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Si estás pensando en refinanciar una hipoteca, es recomendable contar con una adecuada información.
La crisis que sacudió el mercado inmobiliario hace algunos años ha dejado a su paso una gran cantidad de hogares rotos y dramas familiares, que en buena parte podrían haberse evitado con un correcto asesoramiento y una mejor previsión.
Tanto a la hora de refinanciar una hipoteca como en el momento de pedir una primera hipoteca debe realizarse una estimación apropiada de nuestras fuentes de ingresos, de manera que contemos con la suficiente seguridad para poder pagar la totalidad de las cuotas con el paso del tiempo (para ello puedes utilizar, por ejemplo, nuestro simulador de hipotecas, a través del cuál podrás hacerte una idea muy concreta de lo que puede suponer contratar una hipoteca y lo que va a significar económicamente para ti).
Las circunstancias actuales pueden no ser las mismas que las venideras.
Asumir un préstamo hipotecario para la compra de una casa cuyo valor no esté bien correlacionado con nuestra capacidad adquisitiva es un error que ha cometido mucha gente, cegados por el hecho de que la cuantía de las cuotas mensuales parecía asequible.
En el momento en que las circunstancias cambian, ya sea por aumento de los tipos de interés y la consecuente subida de nuestra cuota mensual hipotecaria, o ya sea por un empeoramiento de las condiciones del mercado laboral –despidos, reducción de salarios– pueden dejarnos expuestos a una situación muy peligrosa.
La refinanciación de una hipoteca puede ser una solución a este tipo de problemática pero no es el único caso que merece la pena estudiar.
Hay varias razones y casos en los que refinanciar una hipoteca puede ser útil. Ahora bien, en todos los casos conviene llevar a cabo una negociación individual, mediante la cual se alcance una solución lo más personalizada y adecuada posible.
Si nuestra hipoteca fue otorgada con un interés fijo –o con algún tipo de suelo hipotecario– es posible que con el paso de los años las condiciones del mercado hayan cambiado.
Por una parte puede que la línea de crédito financiero que nos ofrece nuestra entidad bancaria haya mejorado. Igualmente, es posible que los tipos de interés oficiales se hayan visto reducidos notablemente.
En ese tipo de casos puede resultar interesante llevar a cabo una completa amortización de la anterior hipoteca y la solicitud de una nueva, cuyos intereses estén más acordes con las condiciones del mercado actual.
Este tipo de casos suelen ser especialmente aplicables a hipotecas a interés fijo de larga duración que han sido obtenidas hace una gran cantidad de años, posibilitando un notable cambio en los tipos de interés del dinero.
Debe tenerse cuidado con determinadas propuestas de refinanciación de las entidades bancarias consistentes en la rebaja temporal de las cuotas.
Este tipo de medida tan sólo retrasa el problema del impago y, lo que es peor, en la mayor parte de los casos supone una aumento del préstamo total a pagar dado que la dilación en el pago de las cuotas suele acarrear un aumento de los intereses totales a pagar.
Este tipo de criterio a la hora de refinanciar una hipoteca es quizá uno de los más peligrosos y debe ser estudiado con mucha cautela.
El aumento del plazo de una hipoteca implica una reducción de las cuotas a pagar cada mes, sin embargo a la larga supone el pago de una mayor cantidad de intereses.
Es decir, se está posibilitando el pago de las cuotas mes a mes de una forma más holgada, lo cual puede ser de utilidad si las circunstancias laborales han empeorado. Sin embargo, se está asumiendo una mayor deuda, lo que perjudica notablemente a la equidad con el valor de su inmueble.
Si se decide venderlo o si no se puede seguir pagando la hipoteca en algún momento dado, la diferencia del valor del inmueble en comparación con el del préstamo solicitado se habrá reducido notablemente.
Las hipotecas a corto plazo suponen el pago de una menor cantidad total de intereses.
Si nuestras circunstancias económicas han cambiado, y podemos estimar una estabilidad de la situación, solicitar una refinanciación hipotecaria que conlleve una reducción del plazo de pago de la hipoteca puede suponer un enorme ahorro en el montante final a pagar y, de esa manera, una mejora considerable en la equidad con el valor de nuestra casa.
La reducción de los plazos implica un aumento de las cuotas a pagar. Es por ese motivo por el cual debemos estar seguros de que nuestra situación económica ha mejorado considerablemente.
Si nuestra hipoteca actual se ha beneficiado de una reducción de los tipos de interés es posible que no compense una refinanciación, pues podríamos obtener un mayor rendimiento de nuestro capital mediante la adquisición de activos financieros o invirtiendo en nuestro propio negocio.
En este caso la mayoría de las veces lo más recomendable no es hacer un cambio en el plazo de la hipoteca, lo aconsejable sería hacer amortizaciones parciales reduciendo el plazo en lugar de la cuota.
De esta forma reducimos automáticamente el plazo sin necesidad de cambiar las condiciones de la hipoteca.
Se trata del caso opuesto, en el cual los cambios en el tipo de interés han supuesto un considerable empeoramiento de las circunstancias.
Si se estima que los tipos de interés van a seguir subiendo, optar por refinanciar la hipoteca con un interés fijo puede suponer una forma de ganar en seguridad.
En realidad, este caso es muy semejante al de la ampliación del plazo de amortización de una hipoteca dado que, por lo general, se reúnen en un mismo crédito hipotecario las deudas correspondientes a hipotecas, créditos personales, tarjetas, etc.
La reunificación de deudas puede ser una buena alternativa, siempre y cuando el interés pagado por la deuda se vea reducido.
Por el contrario, si la única ventaja a obtener es la ampliación del plazo para llevar a cabo los pagos, nos encontraremos con el problema de acabar pagando una mayor cantidad total de intereses.
Como hemos señalado al principio, antes de llevar a cabo cualquier refinanciación hipotecaria, es necesario hacer una correcta estimación de nuestra capacidad de hacer frente a los pagos a lo largo de toda la duración del contrato.
Además, deben tenerse en cuenta los costes que implican tanto la cancelación de una hipoteca como la concesión de un nuevo crédito.
Sea como fuere, cualquier acuerdo de refinanciación de una hipoteca debe quedar por escrito y, preferiblemente contar con una escritura pública, de manera que tengamos las máximas garantías de que nuestra entidad crediticia o bancaria cumpla con las nuevas condiciones.
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