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En 2025, los millenials, aquellos que han nacido y vivido con la entrada del nuevo milenio, supondrán hasta el 71% de la fuerza laboral en todo el mundo.
Se trata de una generación que ha crecido con las nuevas tecnologías, que viven en un mundo permanentemente conectado y que, sobre todo, son poco conformistas, tanto en cuanto a los servicios y productos que consumen como en relación con el trabajo que realizan.
Este nuevo paradigma constituye en sí mismo un hándicap para las entidades financieras, que deberán adaptarse a esta nueva realidad.
Muchos millenials afirman que pueden vivir perfectamente sin bancos, ya que son los principales causantes de la crisis económica, por la que no quieren volver a pasar.
Las nuevas formas de financiación que han nacido tras la sequía de crédito, los productos financieros no gestionados por bancos e incluso las monedas paralelas son los próximos retos que deberán superar todas las entidades si quieren hacer que su negocio sea sostenible.
Los millenials son activos digitales, están continuamente conectados y necesitan la mayor sencillez y minimalismo posible en las aplicaciones con las que interactúan.
Las entidades tendrán que enfrentarse a la complejidad tecnológica que en la actualidad supone navegar por sus páginas y realizar operaciones tan habituales como una transferencia entre entidades o la recarga de una tarjeta de crédito de prepago.
No en vano, el estudio The Millenial Disruption Index recalca que el 73% de los encuestados son más receptivos a servicios al margen de los bancos tales como Apple Pay, Google, Amazon o Square que a los servicios que ofrecen sus propios bancos.
De este mismo estudio se desprenden otras conclusiones interesantes, como que el 68% de los encuestados piensa que en cinco años cambiará su forma de acceder al dinero, el 70% piensa que los medios de pago serán totalmente diferentes en los próximos años e, incluso, el 33% piensa que ya no necesitará un banco para llevar a cabo sus operaciones más habituales.
Otro de las transformaciones imprescindibles que tendrán que asumir los bancos es la de dar un mayor protagonismo a la banca móvil.
La mayor parte de millenials han dejado de utilizar los ordenadores, que han sustituido por dispositivos móviles, los cuales cada vez permiten realizar un mayor abanico de tareas.
No en vano, el 94% de los jóvenes tiene un smartphone, el 42% tiene una tableta y un 38% tiene ambos dispositivos, y la encuesta mundial de banca digital, elaborada por PWC, refleja que los usuarios de banca móvil aumentarán hasta el 64% en 2016.
Por tanto, la transformación digital es un desafío pendiente para los bancos. Hacer de la sencillez su seña de identidad y habilitar la operativa móvil en todos los productos y servicios que ofrece tendrá que ser la constante si quieren conseguir captar la atención de los clientes millenials.
Tales exigencias tendrán que provocar, sí o sí, un cambio de rumbo en las entidades financieras. Sin embargo, no todo es negativo de tener un cliente millenial.
En la mayoría de casos, dado que la percepción al riesgo de estos usuarios es mucho menor que la del resto de personas, no se muestran muy reacios a facilitar sus datos personales, algo que beneficia no solo a los bancos, sino también al resto de empresas, que pueden conocer cuáles son sus gustos para, de esta manera, diseñar sus estrategias a la hora de intentar captar nuevos clientes.
Además, esta transformación digital obligada por las circunstancias sirve para que las entidades financieras puedan ahorrar costes operativos, ya que elimina la necesidad de disponer de tantas sucursales bancarias.
Este ahorro es aún más necesario en una época en la que los bajos tipos de interés se va comiendo los márgenes de intermediación de la banca, y en el que mantener la rentabilidad pasa por reducir costes.
Cabe esperar que todas estas circunstancias sirvan para acelerar un proceso en el que las entidades financieras ya han comenzado a trabajar: adaptar sus procesos internos y externos a las exigencias de las nuevas generaciones.
Lo que parece estar claro es que esta transformación digital, cada vez más demandada por los millenials, seguirá siendo la tónica general a lo largo de los próximos años, y la banca no iba a ser una excepción.
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