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La prima de riesgo es una variable económica que constata la diferencia entre el interés que se pide a la deuda emitida por un país cuyos activos tienen mayor riesgo respecto de otro que está libre de él y que, en este caso, se trata del bono alemán.
Esto es así por la gran seguridad y fiabilidad que despierta este producto en los mercados financieros.
En la actualidad, la prima de riesgo española está situada en una franja que oscila entre 90 y los 130 puntos básicos (de diferencia con el bono alemán a 10 años).
Pero lo que desconocen algunos ahorradores es que su evolución puede afectar a los productos bancarios que tienen contratados, tal como se ha podido comprobar durante los últimos años.
Una prima de riesgo disparada generalmente no genera ningún beneficio a los refugios del ahorro, aunque algunos de ellos puedan beneficiarse por las turbulencias que originan en los mercados financieros esta tendencia macroeconómica, como por ejemplo, en fondos de inversión o ETF's vinculados a la volatilidad, y que en estas ocasiones suelen mostrar grandes revalorizaciones en sus títulos.
Habitualmente, en situaciones en las que la prima de riesgo está controlada, los beneficios que genera a los productos bancarios son innegables.
Las bolsas suben, los bonos son más rentables y hasta pueden trasladarse a que los márgenes en los tipos de interés se relajen, con el consiguiente efecto en todos los préstamos.
Sin olvidarse, claro está, de que muchos fondos de inversión puedan asumir en sus componentes la mejora de esta variable económica.
En definitiva, siempre será mejor para las finanzas personales que la prima de riesgo se mueva bajo unos ratios aceptables, que si se dispara y afecta gravemente a la financiación de todo un país.
No todos los productos interpretan de la misma forma la evolución de este dato macroeconómico.
Habrá que acudir a cada caso concreto para comprobar cómo afectará realmente a los usuarios. Pueden beneficiarse los inversores en renta variable, pero también los que opten por la fija para aprovechar el control de la prima de riesgo.
Pero, ¿siempre será igual en todas las situaciones?
Seguramente no, a tenor de las preferencias de los clientes para contratar unos u otros productos en su banco.
Veámoslo en detalle:
- Bolsa: la contención de la prima de riesgo llevará normalmente a un mejor comportamiento de la renta variable, especialmente con los integrantes del sector bancario, que serán los que mejor reciban esta noticia al aprovecharse de las mejoras en la financiación por parte de los estados que la tienen controlada.
- Deuda periférica: es el producto que mayor provecho obtiene de este escenario, y aplicado a su evolución en España propicia que la rentabilidad de los bonos sea más satisfactoria para los inversores. En este sentido, los ahorradores tienen una doble vía para beneficiarse de esta tendencia. Por un lado comprando bonos nacionales y por otro, a través de los fondos que se basan en deuda periférica, o estrictamente local.
- Créditos: las vías de financiación, en general, pueden ser otra de las grandes favorecidas por el control de la prima de riesgo al mejorar los márgenes de sus operaciones interbancarias, que se plasma finalmente en una mejora en los tipos de interés que aplican los bancos a sus clientes. Este escenario se plantea ante un menor diferencial con el bono alemán donde los estados acceden más fácilmente a las vías de financiación; en este caso los clientes serían los beneficiarios finales de este proceso.
- Pagarés bancarios: las entidades de crédito, al disponer de mayores facilidades para financiarse en los mercados ya no tendrían que acudir a estos productos para importar fondos de los particulares, y por tanto su rentabilidad disminuirá considerablemente dejando, en definitiva, de ser un producto atractivo para los clientes.
No obstante, y como bien comentan muchos analistas financieros, los mercados siempre generan oportunidades de negocio. Y en situaciones en las que la prima de riesgo se dispara, es habitual que las plazas bursátiles recojan esta evolución y muestren caídas en sus cotizaciones.
Éstas pueden ser aprovechadas por los inversores más experimentados a través de dos estrategias en la renta variable.
Una de ellas suscribiendo fondos de inversión basados en la volatilidad de dichos mercados, y que en estas situaciones tan concretas, suelen experimentar notables subidas en sus participaciones.
Y la segunda, y no menos efectiva, contratando fondos inversos o ventas a crédito que replican la evolución contraria de los principales activos financieros.
Aunque debemos tener en cuenta que en ambos casos se trata de productos de gran riesgo que solamente están dirigidos a inversores con gran experiencia en estos mercados, y con el suficiente aprendizaje como para operar con ellos con garantías. No en vano, las ganancias pueden ser muy amplias, pero las pérdidas también.
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