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A veces las cosas se tuercen y nuestra situación económica empeora hasta tal punto que no somos capaces de cumplir con nuestras obligaciones financieras más inminentes.
Obviamente, y bajo ningún concepto, debemos fallar en los pagos de la cuota de un préstamo, dado que las penalizaciones y los intereses de demora pueden llegar a ser prohibitivos y dejarnos peor de lo que estábamos al solicitarlo.
En su lugar, debemos encontrar la mejor forma de aplazar el pago de los préstamos personales hasta que nos encontremos con mayor holgura económica y podamos hacer frente al pago de dichas deudas.
Si nos encontramos en una situación en la que no somos capaces de pagar las cuotas de un préstamo personal, debemos ponernos en contacto con nuestro gestor bancario para encontrar la mejor solución.
Ten en cuenta que, en principio, las entidades bancarias prefieren evitar la morosidad de sus clientes, así que se mostrarán favorables a llegar a un acuerdo que te permita salir adelante.
En cualquier caso, debes asegurarte de contactar con tu banco antes de que llegue la fecha de pago de la cuota del préstamo; es decir, debes encontrar una solución antes de incurrir en mora o retraso de los pagos.
El periodo de carencia es la solución más habitual en aquellos casos en los que el cliente necesita disponer de un plazo durante el cual dejar de pagar parte o la totalidad de las cuotas pendientes.
Habitualmente, se ofrece en los préstamos académicos o los préstamos a emprendedores, para que éstos no se vean obligados a comenzar a pagar mientras están estudiando o comenzando su nuevo negocio.
No obstante, cualquier persona puede acogerse a un periodo de carencia, ya sea al comienzo de la vida del contrato o en algún momento posterior.
Como indicábamos hace un momento, la carencia puede ser de varios tipos:
Los contratos de algunos préstamos pueden prever la posibilidad de solicitar un periodo de carencia en caso de ser necesario. Si es así, no dudes en iniciar el procedimiento. En caso contrario, consulta con tu gestor la posibilidad de acogerte a un periodo de carencia.
Los aplazamientos breves no son otra cosa que periodos de carencia que duran muy poco tiempo; por regla general, afectan a una sola mensualidad.
Muchos contratos y entidades financieras los prevén, de forma que aquellos clientes que puedan tener un apuro económico en un mes concreto puedan acogerse a ellos y no pagar la cuota de su préstamo.
En los casos más extremos, puede ser necesario proceder a cambiar las condiciones del contrato, de forma que se firme un nuevo acuerdo con un plazo de amortización más extenso y unas cuotas mensuales más reducidas.
Para ello debe procederse a la novación del préstamo. Debe tenerse en cuenta, no obstante, que la novación puede acarrear el pago de una comisión que correrá por cuenta del cliente deudor.
Gracias a la Ley de Segunda Oportunidad, si nos encontramos en un situación delicada y tenemos dificultades para hacer frente a nuestras deudas, podemos negociar con las entidades a las que les debemos dinero.
Si acudimos de la mano de una empresa especializada, que conoce la Ley y a los propios bancos, es más fácil encontrar una solución.
Hay varias empresas y despachos de abogados que ofrecen ayuda para solucionar problemas con deudas y préstamos. Nuestra recomendación es acudir a una empresa que solo cobre si se obtienen resultados. No recomendamos acudir a empresas que cobran por adelantado sin saber el resultado final.
De las empresas que cobran por solucionar el problema de tus deudas y no te cobran si no consiguen soluciones podemos recomendar Repagalia. Ellos negocian en tu nombre para conseguir reducciones de tus préstamos con las entidades acreedoras. Pueden conseguir grandes deducciones de tus préstamos, e incluso la anulación.
IMPORTANTE: No se trata de una reunificación de deudas. Repagalia lo que hace es renegociar tus deudas y reducirlas para que puedas pagarlas.
Sea cual sea la opción por la que te decantes o el acuerdo al que llegues con la entidad financiera para proceder a aplazar el pago, debes tener siempre presente que el aplazamiento supone que terminarás pagando más intereses por tu préstamo.
Por lo tanto, no se trata de una medida que debas tomar por motivos de comodidad como, por ejemplo, para disponer de más dinero para otros gastos de carácter secundario.
Si puedes pagar tus préstamos en los plazos acordados, no solicites aplazamientos. Tan sólo estarás empeorando tu situación financiera, pues lo que no pagues ahora, lo tendrás que pagar más tarde y resultará más caro.
Por supuesto, lo ideal es evitar llegar a la situación de no poder pagar un préstamo, para lo cual hay que adoptar una actitud previsora respecto a nuestros niveles de endeudamiento.
Debes ser consciente de tus deudas y de las cuotas que te has comprometido a pagar. Una vez tengas eso bajo control, debes controlar tus gastos, reservando siempre por adelantado el importe necesario para afrontar los pagos y, preferiblemente, contando con reservas para imprevistos. Este tipo de gestión financiera te ahorrará muchos disgustos.
Cuando solicites un préstamo personal, asegúrate de establecer unas condiciones que puedas cumplir.
Para ello:
En lugar de comprometerte con cuotas cuyo importe te suponga estar con el agua al cuello, te sugerimos comprometerte con una cantidad fija algo más razonable o proceder a ahorrar todo el excedente de capital que te sobre mes a mes.
Llegado el momento, puedes proceder a efectuar una amortización anticipada que, de seguro, te resultará más económica que pagar las penalizaciones e intereses de demora por no haber pagado una cuota a tiempo.
Aunque ya escribimos un extenso artículo donde exponíamos los pros y contras de pedir un préstamo para pagar otro, a modo de resumen podemos decirte que en realidad no es buena idea pedir un préstamo para pagar otro porque lo que se está haciendo es pagar dobles comisiones.
Aun así hay casos en los que sí puede ser buena idea, aunque la casuística nos dice que es poco probable que esto suceda.
Esto ocurre cuando las comisiones de amortización anticipada son muy bajas y el nuevo préstamo que queremos solicitar tiene unas condiciones mucho más beneficiosas, haciendo así que realmente se pague menos por el préstamo, aunque por regla general -como ya apuntamos- no suele suceder casi nunca.
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