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Es muy habitual escuchar noticias económicas hablando del crecimiento o decrecimiento económico de un país. Que si España ha crecido al 1%, que si Italia ha decrecido un 0,6% o que China ha crecido un 7% impulsado por la mejora en el consumo.
En realidad, lo que quieren decir es que la producción de un país ha aumentado en ese porcentaje; una producción que se mide utilizando el indicador conocido como Producto Interior Bruto (PIB).
El PIB es una magnitud macroeconómica que expresa el valor monetario de la producción de bienes y servicios finales en un determinado país durante un período de tiempo determinado, que generalmente suele ser un año.
Representa, por tanto, el valor de la producción terminada y puesta a disposición de los consumidores en el mercado.
No en vano, las recesiones o crisis económicas se hacen oficiales (o técnicas) cuando la evolución de este agregado es negativa, por debajo del 0%, lo que indica que la producción de nuestro país ha experimentado un retroceso: se producen menos bienes y servicios que el año anterior, lo que indica que el consumo se ha reducido y las empresas ganan menos dinero.
Puesto que el PIB es un agregado, las unidades de medidas contenidas en él son bastante heterogéneas (se producen X toneladas de un producto, Y metros de otro o Z kilovatios hora de otro,…) y, por tanto, es necesario pasarlo a términos homogéneos, lo que se consigue dando valores monetarios a los diferentes bienes y servicios producidos.
Por tanto, el PIB es el resultado de una multiplicación en el que participan dos grandes factores: el primero, real, formado por las unidades físicas, los bienes y servicios producidos y otro monetario, integrado por sus precios.
Como para crecer es necesario que crezca el valor monetario de estos bienes, lo que crece en realidad son sus precios, lo que no da una cifra exacta de la producción real de bienes en el país.
Para evitar las distorsiones que este fenómeno provoca, se suele recurrir al PIB en términos reales que no está afectado por las modificaciones en sus precios, es decir, medido a precios constantes tomando como base un año concreto.
En épocas de hiperinflación provocada por una expansión monetaria, por ejemplo, puede dar la falsa sensación de que el PIB crezca mucho cuando en realidad, lo que ha ocurrido es que la moneda se ha devaluado.
Al ser un indicador agregado, el PIB se descompone en varios términos y tiene diferentes formas de cálculo, siendo el más utilizado y fácil de entender el del método del gasto, que se descompone en varios desagregados.
En virtud de este método, el PIB se calcula sumando todas las demandas finales de bienes y servicios en un período dado, cuantificado por el destino de la producción.
Existen cuatro grandes áreas de gasto: el consumo de las familias (C), el gasto del Gobierno (G), la inversión en nuevo capital de las empresas (I) y los resultados netos del comercio exterior, representado por la diferencia entre exportaciones menos importaciones (X - M).
Matemáticamente:
PIB = C + I + G + X - M
Este método es muy útil y de hecho es el que utiliza la Contabilidad Nacional pero no es el único, puesto que si hay gastos alguien tiene que recibir los ingresos derivados de tales gastos.
¿Quiénes son? Las familias en forma de salario por la venta de su fuerza de trabajo, las empresas por la prestación de servicios o entrega de bienes en forma de beneficios y los dueños de las tierras en forma de rentas.
A la suma de todos estos conceptos se le llama Renta Nacional que, sin ser exactamente el PIB, se le acerca bastante:
Renta Nacional = sueldos o salarios + beneficios o intereses + rentas de la tierra
El último de los métodos utilizados es el método del Valor Añadido o Valor Agregado, que consiste en sumar el valor que se le agrega a un determinado producto a lo largo de toda su cadena productiva.
Por ejemplo, para producir un ropero necesitaremos bienes intermedios como la madera, el pegamento, la cola, los clavos o la pintura en cuyo proceso se le añadirá un determinado valor al producto final.
El PIB se mide de esta manera como la suma del valor añadido (VA) producido en todos los sectores:
PIB = V.A. Sector primario + V.A. sector secundario + V.A. sector terciario
El PIB constituye el indicador económico más importante tanto para los economistas como para los medios de comunicación, ya que es una muestra representativa de cuál es la situación económica de un país.
No en vano, la mayor parte de los analistas realizan sus proyecciones de futuro teniendo en cuenta cuál será la producción final de bienes y servicios de un año.
Si la economía crece un 0,5% es porque el PIB (teniendo en cuenta todos sus componentes) está creciendo al 0,5%.
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