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Cuando hablamos de gestión pasiva, es inevitable comparar esta filosofía de inversión con la gestión activa. Hasta hace poco tiempo, esta última era la estrategia más habitual y, en algunos casos, incluso la única posible.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la gestión pasiva ha ido ganando terreno, hasta el punto de suponer ya la mitad del patrimonio de fondos de inversión en Estados Unidos.
Pero, ¿qué le hace tan atractiva? Y, sobre todo, ¿por qué la gestión activa ha sucumbido tanto en relación con la gestión pasiva?
Estas son las principales diferencias.
La diferencia fundamental entre los fondos de gestión activa y los fondos de gestión pasiva es que mientras los primeros seleccionan un conjunto específico de activos para superar al mercado, los segundos tan solo replican índices con el objetivo de obtener la misma rentabilidad que el mercado.
Esta característica podría marcar un punto a favor de la gestión activa, de no ser porque nadie garantiza que se vaya a cumplir.
Es más, la inmensa mayoría de fondos no consiguen superar a sus índices de referencia (también conocidos como benchmarks) a largo plazo.
La segunda diferencia está en la propia gestión de los fondos.
En un fondo de gestión activa, por ejemplo, el gestor tiene que estar activamente seleccionando aquellos activos que cree que se van a comportar mejor y que van a obtener una rentabilidad acorde con el riesgo asumido por el fondo.
Para ello, tiene que analizar mediante las herramientas de que dispone los activos más adecuados, lo que consume tiempo y recursos.
En la gestión pasiva, en cambio, los activos ya están dados.
El gestor se limita a comprar el conjunto de valores que componen el índice y en su misma proporción. Esta información es pública y no es necesario realizar un gran esfuerzo para comprarlos.
Una vez conformada la cartera, el único trabajo es comprar o vender aquellos valores que se integren en el índice o que ya no formen parte de él, respectivamente.
Evidentemente, el criterio para la selección de activos que hemos detallado en el punto anterior se traduce en una comisión mayor o menor.
Por esta razón, los fondos de gestión pasiva pueden ofrecer fondos con comisiones mucho más atractivas; porque el trabajo que hay que realizar es bastante más sencillo, consume mucho menos recursos y hasta se puede automatizar.
La diferencia es significativa. Así, mientras la comisión de gestión media de los fondos de inversión en España es del 1,32% (y coste sube al 1,9% si se incluyen todos los gastos), pero si solo tenemos en cuenta la gestión pasiva oscila entre el 0,30 y el 0,50%.
Casi un punto y medio porcentual, lo que a largo plazo tiene un impacto verdaderamente significativo.
En la industria de los fondos de inversión, son habituales las cartas a los partícipes, a través de las cuales se detalla toda la información y se justifican todas las decisiones que ha tomado el gestor.
Lo más importante en estos casos es que el inversor entienda por qué se ha tomado una u otra decisión, lo cual no siempre es sencillo. Además, en algunos casos, es difícil comprender por qué su valor baja o no obtiene los resultados esperados.
En un fondo de gestión pasiva, es mucho más sencillo.
Toda la información sobre los valores que forman la cartera está en los índices, y su evolución es portada diaria de los principales periódicos económicos e incluso en las cadenas generalistas. Por eso, podemos hacer una evolución del fondo sabiendo por qué sube o baja.
Una de las máximas de cualquier inversor es no poner todos los huevos en la misma cesta.
La diversificación reduce el riesgo y la volatilidad, protegiendo tu patrimonio. Los fondos de inversión son los instrumentos ideales para lograrlo, ya que invierten en empresas de diferentes sectores.
Los fondos de inversión indexados o de gestión pasiva, además, invierten en un índice que contiene un conjunto bastante importante de empresas.
Es más, algunos fondos indexados incluso invierten en empresas representativas a nivel mundial, garantizando el máximo nivel de diversificación posible.
Por eso, la gestión pasiva está diversificada en sí misma, pero la gestión activa no tiene por qué, especialmente si somos nosotros los que gestionamos nuestra inversión de manera particular.
Pero, entonces ¿cuál de los dos modelos debo elegir? En realidad, no es necesario decantarse por uno u otro.
La gestión activa y la gestión pasiva son dos estrategias diferentes, pero complementarias. De hecho, puedes distribuir tu cartera como quieras, dando el peso que consideres que mejor se ajusta a tu perfil a una y a otra.
Según cómo lo hagas puede que hasta obtengas mejores resultados que solo invirtiendo en una de ellas.
En Busconómico | ¿Debo diversificar mi cartera de fondos de inversión?
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