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En esta ocasión vamos a analizar las diferencias entre tarjetas de crédito y prepago, conocer sus características básicas y determinar cuándo es más conveniente usar una u otra en función del uso puntual que queramos hacer o de nuestro propio perfil como usuario.
La política de ambas tarjetas no podía ser más opuesta, mientras que con las tarjetas de crédito se abre la posibilidad de realizar compras y pagos por un importe superior al que realmente tenemos en nuestra cuenta bancaria, en las tarjetas de prepago no se puede dar esta circunstancia sino que, además, el importe que se quiera gastar debe de ser transferido previamente a la tarjeta, como si de un monedero independiente se tratara.
En el primer caso se opta por una política de gestión de nuestro dinero más atrevida y flexible, y en el segundo por tener mayor seguridad y el gasto totalmente controlado. Ambas actitudes son igualmente aceptables y lo ideal sería reconocer en qué situaciones nos resulta más conveniente el uso de una o de otra.
Existen múltiples diferencias entre ambos tipos de tarjeta, quizás el primero a destacar es el soporte físico con el que funcionan.
Las tarjetas de crédito tienen un soporte ampliamente conocido, son de plástico, del tamaño de una tarjeta de visita y tienen una banda magnética donde se encuentran los datos que permiten hacer uso de la misma. Tradicionalmente, este tipo de tarjetas tenían impresas en relieve el nombre del titular, el número de la tarjeta y la fecha en la que caducaba la misma.
Esta característica permitía, en los años 80 sobre todo, el uso de las denominadas “bacaladeras”, un artilugio portátil que, usando diversas capas de papel y papel carbón, permitía realizar tres copias de los datos de la tarjeta mediante una simple estampación mecánica.
Posteriormente, el titular del establecimiento o el prestador del servicio debía de llevar una de estas copias al banco para que desde allí se realizará el cargo correspondiente en la tarjeta de crédito. Hoy en día este sistema de pago está en desuso y algunas tarjetas de crédito ya no tienen sus datos en relieve.
Las tarjetas de prepago tienen distintos soportes:
En las tarjetas de crédito el importe disponible suele ser elevado, entre 1.000 y 3.000 euros las tarjetas más básicas y con cifras de hasta 30.000 euros o más en las tarjetas Oro. En cambio, las tarjetas de prepago suelen cargarse con importes más reducidos.
En cuanto al momento del cargo efectivo de la compra, en la tarjeta de crédito está aplazado, por defecto a un mes sin cargo alguno, pero este plazo puede alargarse con el pago de intereses correspondientes. En las tarjetas de prepago el saldo es trasferido desde la cuenta habitual a la cuenta de tarjeta y el mismo queda reducido en el momento de la realización de la compra.
Las tarjetas de crédito te dejarán operar hasta el límite mensual que tengas establecido, algunas incluso más, y tras el pago correspondiente a primeros del mes siguiente, si no hay más aplazamientos, volverás a disponer del mismo importe de crédito.
En cambio, las tarjetas de prepago serán efectivas en tanto en cuanto el saldo que les fue cargado no haya sido gastado. Una vez consumido el mismo será necesaria una recarga o traspaso específico para que la misma esté operativa.
Las tarjetas de crédito otorgan una mayor flexibilidad en las compras y permiten hacer frente a gastos imprevistos de cierta envergadura. Así podemos realizar un viaje al extranjero sabiendo que, en caso necesario de una emergencia, podemos disponer de una cantidad elevada de dinero para comprar nuevos billetes, pagos sanitarios u otras contingencias.
Además, el uso de la tarjeta de crédito a nivel comercial es más prestigioso e incluso obligado en ciertas operaciones donde no se aceptan las prepago como en las suscripciones, alquileres de vehículos y demás.
Las tarjetas de pago nos confieren un gran control sobre el saldo disponible y son muy útiles si no queremos sobrepasar, bajo ninguna circunstancia, dichos límites. Así ayuda a la gente que tiene facilidad en abultar su lista de compras y también permite que las mismas sean usadas por jóvenes o por los hijos de una unidad familiar asegurando el importe máximo de gasto disponible.
Otra gran ventaja es la seguridad que confieren para las compras online, ya que aunque se comprometan los datos de la tarjeta y alguien la use de forma fraudulenta, no podrá gastar más allá del saldo cargado.
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