Hasta hace pocos años la
remuneración a través de dividendos se limitaba exclusivamente a los mercados
bursátiles, siendo una práctica habitual entre los valores que cotizaban en
renta variable.
Pero ya se han instalado en otros productos para la inversión,
como en el caso de los fondos de inversión, que han decidido aplicar esta misma
estrategia para incentivar a los
inversores a que los suscriban. 
Desde luego que no se está desarrollando de
forma mayoritaria, pero cada vez están apareciendo más fondos que incluyen esta
característica, y que permiten a los partícipes disponer de unos ingresos fijos
todos los años, pudiéndolos destinar a sus necesidades personales.
Unos para activar
sus ahorros en sus cuentas de ahorro, otros para darse un pequeño capricho
personal, y los más para mejorar su presupuesto familiar ante la depreciación
de sus sueldos.
La forma en que se distribuyen
entre los partícipes de los fondos es similar a la que aplican las empresas con
sus accionistas, aunque por término general, no es tan generosa como en la
renta variable.
Mientras que en ésta se desarrolla con rentabilidades que
oscilan entre el 3% y 10%, en función de las compañías cotizadas; los
dividendos de los fondos son más modestos,
siendo menos habituales las propuestas que rebasan el 5% de rentabilidad anual.
Otra diferencia entre ambos modelos reside en que mientras los dividendos dados
a los accionistas generalmente se proporcionan cada año o semestre, en los
fondos de inversión incluso pueden ser con
periodicidad mensual, aunque también se distribuyen semestral o anualmente.
Se aplican tanto en fondos de renta variable como fija
Ante lo que pudiera intuirse, no
se limitan únicamente a fondos de renta variable, sino que también se incluyen los de renta fija o mixtos,
aunque en menor medida.
De esta forma, los partícipes de estos productos para
la inversión, a la rentabilidad acumulada en el fondo, se les unen la
remuneración periódica a través de estos pagos.
No obstante, si bien en la renta
variable es una estrategia más frecuente, no ocurre lo mismo en la fija, siendo
un aliciente más para contratarlos en función de esta variable por parte de los
clientes más conservadores.
Pero en lo que si inciden muchos
analistas es que los pequeños ahorradores no
deben seleccionar su cartera de fondos en función de esta variable, sino
por otros aspectos más determinantes para su posible revalorización, como por
ejemplo, la competencia de sus gestores, la composición de los mismos o la
evolución generada en los últimos años.
En cualquier caso, es aconsejable acudir a sus folletos informativos para
constatar cuáles son los fondos que reúnen estas características, y en último
caso demandar este requerimiento al banco para que nos informen de la oferta
actual de los productos que generan estos pagos regulares.
Ventajas de esta estrategia remunerativa
Debido a la relativa novedad que
supone la implantación de esta estrategia a los suscriptores de fondos de inversión, es completamente normal que éstos se planteen qué ventajas les
reporta su inclusión en su cartera de inversión.
No es que sea determinante
para su elección, pero sí que al menos dará la clave por la que se decantan por
este modelo.
- Interés fijo: dispondrán de unos pagos fijos todos los años, con
una rentabilidad entre el 2% y 5%, que podrán recibir en su cuenta corriente de
forma mensual, semestral o anualmente.
- Amortización de pérdidas: si los fondos contemplan disminuciones en
sus cotizaciones, es decir pérdidas, podrán contrarrestar estos efectos con la
remuneración de sus dividendos.
- Liquidez inmediata: irán a parar íntegramente a la cuenta corriente
de los partícipes, sin que tengan que dar ninguna orden a su banco, y por
supuesto, sin ninguna comisión.
- Flexibilidad en los pagos: podrán elegirse, en función de cada fondo
de inversión, la periodicidad de los abonos, y que mayoritariamente se inclinan
por el formato anual, aunque sin desdeñar otros ciclos de tiempo.
- Para ahorradores defensivos: están especialmente diseñados para un
perfil de inversor más bien conservador, en el que prima la seguridad de estos
pagos por encima de otras variables más agresivas basadas en su rentabilidad.
- Rendimiento más competitivo: su remuneración es más elevada que la
generada por los productos de ahorro tradicionales (depósitos, cuentas de
ahorro, pagarés bancarios…), aunque sin llegar a los de las acciones que
cotizan en bolsa.
Si ante estas alternativas que
presentan los fondos el usuario se inclina por su suscripción, deberá optar por
aquellos modelos de inversión que mejores perspectivas de revalorización generen
para los próximos años.
Pero igualmente por los que menos comisiones presenten
en su oferta, y que probablemente incidan en las plusvalías que reciban cuando
se cierre la operación.
Y con una máxima tan apropiada para estos mercados
financieros, que entre fondos de similar composición, siempre habrá que
inclinarse por los que menos gastos generen.
Será otra forma, igualmente
válida, para obtener mayor provecho en su contratación.