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La forma en la que más habitualmente se clasifican los fondos de inversión es según los activos en los que invierten.
Así, tenemos fondos de inversión de renta fija, de renta variable o mixtos, en función de si la mayor parte de su capital se invierte en activos de renta fija, de renta variable o en una mezcla de ambos, respectivamente.
Sin embargo, en algunas ocasiones, esta clasificación o no sirve para nada o es muy poco descriptiva de la forma en que se gestiona su capital, o bien puede llevar a engaño a los inversores que quieran acceder a él.
Por esta razón existen fondos que no se encuadran en ninguna clasificación concreta y que, en cambio, ofrecen un abanico de posibilidades diferente que buscan satisfacer las necesidades de riesgo y rentabilidad de algunos inversores.
Entre ellos, están ganando cada vez más protagonismo los fondos de inversión de retorno absoluto.
Se trata de un tipo de fondo que fija como su principal objetivo de gestión una determinada rentabilidad y un determinado riesgo periódico que no garantiza la totalidad del capital.
Sus gestores utilizan técnicas de inversión diferentes para lograr una rentabilidad positiva con independencia del entorno de mercado en el que nos encontremos.
Pues muy sencillo; en épocas en la que la renta fija presenta oportunidades escasas, la búsqueda de alternativas financieras aumenta y, en este contexto, se buscan estrategias profesionales de inversión como las que proporciona el retorno absoluto, que pueden ofrecer una baja correlación con los activos tradicionales en los que invierte y una elevada protección frente a las bajadas de cotización de los mercados.
Como su propia etiqueta indica, retorno absoluto es la cantidad real que la inversión gana o pierde y no tanto su rentabilidad relativa en función de sus capitales, así que se trata de una posibilidad que produce rentabilidades positivas en todas las condiciones de mercado, obteniendo una estrategia de diversificación de activos muy importante.
Para conseguir este objetivo, es insuficiente la inversión en activos con características similares.
El punto clave de esta alternativa de inversión es el uso de una variedad de técnicas para lograr sus objetivos.
Y, para ello, es necesario utilizar instrumentos financieros complejos que permitan seguir una estrategia determinada, por ejemplo, a través de contratos por diferencias (CFDs) que permiten las posiciones cortas que, a su vez, actúan como cobertura de otras inversiones protegiendo la cartera de los inversores frente a caídas de los activos.
Evidentemente, esta complejidad les hace ser un vehículo de inversión no apropiado para inversores con una elevada aversión al riesgo.
Una cosa es la rentabilidad objetivo de estos fondos (que, en muchas ocasiones, se sitúa en un 7%-8% anual) y otra bien distinta es la rentabilidad real que, en algunas ocasiones, puede ser hasta negativa.
Ni mucho menos debemos pensar que estamos poniendo nuestros capitales a salvo porque no se trata de un fondo de inversión garantizado.
La pregunta clave que todo inversor debe hacerse es: ¿los fondos de retorno absoluto consiguen siempre rentabilidades positivas con independencia de la tendencia del mercado?
Al fin y al cabo, mejor promoción no puede tener.
Pues bien, para dar respuesta a esta pregunta, podemos ver cuál ha sido el comportamiento de estos fondos en los últimos años, en los que la volatilidad ha sido habitual y en los que la crisis y la caída de los mercados ha sido la tónica general.
Si tomamos como referencia el año 2008, año en el que da comienzo la crisis económica y, por tanto, un año fatídico para las Bolsas mundiales, muchos de estos fondos acabaron el año en positivo.
Según datos de Morningstar, de los 295 fondos de retorno absoluto o gestión alternativa que ya existían ese año, 128 (el 43%) lograron una rentabilidad positiva de, al menos, un 1% anual.
De estos 128 fondos de retorno absoluto, tan solo ocho han cerrado alguno de los últimos siete años con rentabilidades negativas. Dicho de otro modo, desde el inicio de la crisis (y nadie dudará de lo dura que ha sido), más de un 40% de los fondos de retorno absoluto han acabado todos los años con beneficios. Casi nada.
En definitiva, se trata de un producto que el año pasado logró acumular un capital de unos 600 millones de euros y si bien están todavía alejados de los miles de millones de euros que mueven los grandes fondos de inversión de renta fija y variable, cada vez está más de moda.
Es posible que en los próximos años veamos, incluso, cómo desplazan a los fondos tradicionales, especialmente si seguimos en un contexto de bajos tipos de interés.
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