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La mayoría de personas que colocan sus ahorros en productos de inversión piensan que su dinero estará gestionado en función de unos objetivos de riesgo y rentabilidad predeterminados de antemano, de modo que si un inversor tiene una elevada aversión al riesgo, elegirá productos de renta fija o productos garantizados mientras que un inversor que busque una mayor rentabilidad elegirá un producto de renta variable que le proporcione unas ganancias mayores, especialmente en un escenario de bajos tipos de interés como los que en la actualidad existen.
Sin embargo, actualmente existen otras categorías de activos y fondos que se encargan de dar respuesta a las exigencias de inversores que buscan obtener grandes ganancias con un riesgo relativamente reducido, y todo ello con independencia de la coyuntura de los mercados.
En muchos casos, además, su gestión se realiza para minimizar al máximo las pérdidas potenciales e, incluso, para eliminarlas.
Se trata de la gestión dinámica de la inversión, un concepto cada vez más de moda que ya ha consolidado su posición en España.
A diferencia de los fondos de inversión de renta fija o renta variable, que tienen establecido en sus estatutos la cantidad máxima de capital que se les permite invertir en uno u otro activo en función de su riesgo, con la gestión dinámica de la inversión se establecen año a año los objetivos de riesgo y rentabilidad en función de la evolución esperada de los mercados.
De hecho, muchos fondos de este tipo tienen definidos una pérdida potencial máxima anual, llamada Var, que indica cuál es la pérdida que los inversores están dispuestos a asumir.
Los gestores pueden tomar de manera activa posiciones en los diferentes activos sin ningún tipo de restricción y sin seguir ningún tipo de referencia.
En estos casos, normalmente se suele recurrir a productos de renta fija garantizados si se prevé que la coyuntura económica sea negativa y a productos con un mayor riesgo si la evolución esperada de los mercados es positiva a medio y largo plazo.
Así, los gestores consiguen responder de forma ágil a los cambios en los mercados con el fin de aprovechar todas las oportunidades presentes.
Dentro de la gestión dinámica de la inversión, se pueden diferenciar entre cuatro categorías o estilos diferentes de inversión:
La gestión dinámica de la inversión ya no es un coto exclusivo de grandes firmas de inversión; en la actualidad, son muchos los inversores minoristas que demandan una gestión cada vez más profesionalizada y adaptada a sus necesidades.
Actualmente hay más de cien productos en el mercado español que siguen los criterios que dicta la gestión dinámica, con un patrimonio que en la actualidad supera con creces los mil millones de euros o, dicho de otro modo, casi un 4% del patrimonio total del sector.
Algunos de estos productos son Optiplan, de National Nederlanden; AC Protección Activa, de Ahorro Corporación, y Fondo Supergestión del BSCH.
Los inversores están cada día más y mejor informados sobre las noticias económicas y financieras que les rodean. Por esta razón, demandan una gestión más profesionalizada y adaptada a sus necesidades.
Normalmente, esta gestión implica adaptarse y anticiparse al comportamiento del mercado para obtener las mayores ganancias. Los tiempos cambian y la inversión, como no podía ser de otra manera, también lo hace.
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