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Las tarjetas de crédito son uno de los instrumentos que más usamos en nuestra vida diaria. Se han convertido en una parte indispensable de nuestras vidas, hasta el punto de que perderlas supone un gran trastorno.
Nos vemos obligados a cancelarlas, solicitar un nuevo ejemplar y, además, durante todo ese tiempo, no podemos beneficiarnos del gran servicio que nos proporcionan.
Sin embargo, no somos conscientes de que las tarjetas de crédito han evolucionado constantemente a lo largo del tiempo, hasta llegar a nuestros días.
A lo largo de este artículo vamos a explicarte algunas de las curiosidades más significativas que caracterizan la historia de las tarjetas de crédito y, sin las cuales, probablemente, no serían lo que son ahora.
El director de la Corporación de Crédito Hamilton –Frank McNamara– es el ideólogo del concepto inicial de la tarjeta, idea que tuvo tras un desafortunado incidente durante una cena.
En 1950, Frank McNamara fue a comer a un famoso restaurante de Nueva York en compañía de su abogado Ralph Schneider y Alfred Bloomingdale, con el propósito de discutir algunos problemas con los clientes de la entidad.
Cuando llegó el momento de pagar, Frank se percató de que había olvidado su billetera y tuvo que llamar a su esposa para que le trajera del dinero.
Aquella experiencia le hizo pensar en la idea de crear una tarjeta de crédito que pudiera ser utilizada en múltiples establecimientos, funcionando además como intermediarias entre los establecimientos y el banco.
Poco después, McNamara fundó la empresa Diners Club, la cual se ocuparía de ofrecer crédito a sus clientes, para que éstos pudieran pagar en los establecimientos que se adhirieran al programa. A cambio, cargaban una comisión del 7% en cada operación y 3 dólares anuales por el mantenimiento de la tarjeta.
La empresa y las tarjetas Diners Club recibieron este nombre debido a que la idea tuvo su origen durante aquella célebre cena de McNamara, así como porque la tarjeta era mayoritariamente utilizada para pagar la factura de la cena en restaurantes de la ciudad de Nueva York.
Como no podía ser de otra forma, el número inicial de tarjetas Diners Club fue bastante reducido. Se emitieron 200 tarjetas, fundamentalmente para amigos y conocidos de McNamara.
Por su parte, estas tarjetas solo eran admitidas en un número muy reducido de locales, 14 restaurantes de la ciudad de Nueva York.
En el primer año de su fundación, el Diners Club consiguió 60.000 dólares de beneficio. Apenas dos años después, las tarjetas ya eran utilizadas por más de 20.000 personas, como método de pago.
Las primeras tarjetas de crédito no estaban hechas de plástico. En su lugar eran de un papel resistente, en cuyo dorso estaban registradas las condiciones de aceptación de las mismas.
Aunque fue McNamara quien tuvo la idea de crear la tarjeta de crédito, con el paso del tiempo no creyó que esta tuviera recorrido a largo plazo, y consideró que su éxito inicial era fruto de una moda pasajera.
Por ese motivo, en 1952, vendió sus acciones a sus dos socios a cambio de 200.000 dólares.
Ya en 1958, importantes entidades bancarias decidieron sumarse a la imparable tendencia de las tarjetas de crédito. El resultado fue la aparición de American Express, Interbank Card Association –que después se denominaría MasterCard– y Bank Americard –renombrada como VISA– .
Aunque la Diners Club tenía una forma más bien alargada, las empresas surgidas en 1958 definieron lo que terminaría convirtiéndose en el estándar de 85,60 mm. por 53,98 mm.
La transacción de mayor volumen con una tarjeta de crédito de la que se tenga conocimiento públicamente fue la compra de un pueblo de los Estados Unidos por parte de Kim Basinger en 1989. La operación se llevó a cabo por un valor de 20 millones de dólares. El pueblo era Braselton, situado a 96 kilómetros de Atlanta. 5 años después tuvo que revenderlo, ahogada por los problemas financieros.
Hoy en día, se realizan alrededor de 10.000 operaciones por segundo, mediante el uso de una tarjeta de crédito.
Actualmente, están en circulación más de 5.000 millones de tarjetas de crédito, lo cual supone una media de 0,7 tarjetas por persona.
No obstante, el 10% de las personas en el mundo atesoran más de 10 tarjetas de crédito, lo que pone de manifiesto que se trata de un producto utilizado de forma mayoritaria pero, muy intensamente por una parte reducida de la población.
Se estima que los ingresos que generan las entidades bancarias gracias al uso de las tarjetas de crédito por parte de sus clientes ascienden a un total de 30.000 millones de dólares al año. Esto las convierte en el producto financiero más rentable que existe y una parte indispensable del negocio bancario.
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