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El término inflación hace referencia a las subidas de precio de los bienes que consumimos, es una palabra que escuchamos casi a diario desde que comenzó la crisis económica en 2008 y que actualmente con la nueva crisis sanitaria estamos volviendo a oír.
Escuchamos por un lado que la inflación es mala, pero que la deflación también lo es.
Entonces, ¿en qué quedamos?.
Como desde Busconómico queremos intentar que todo el mundo pueda entender este tipo de conceptos, nos hemos propuesto hacer una serie de artículos relacionados con la inflación, hoy toca hablar de inflación en relación a la deuda, entendiendo como deuda tanto lo que debe el Estado como cualquier ciudadano con sus préstamos.
Decir que la inflación es buena o mala no tiene demasiado sentido, ya que a unos les beneficia y a otros les perjudica.
Cuando tenemos tasas de inflación positiva significa que cada vez nuestro dinero vale menos.
Si un día una barra de pan vale 1 euro y dentro de un tiempo la misma barra de pan cuesta 2 euros debido a la inflación es porque nuestro dinero ha pasado a valer la mitad, ya que con nuestro euro sólo podríamos comprar media barra de pan.
Eso en principio sería malo porque podríamos comprar la mitad de las cosas con el mismo dinero.
Pero hay que tener en cuenta que en situaciones normales los salarios suben al mismo ritmo que la inflación.
Así que en el caso del ejemplo si la inflación ha elevado los precios un 100% es de suponer que los sueldos han subido también un 100% y por tanto podremos comprar exactamente las mismas cosas que comprábamos antes.
El sueldo sube no por generosidad, sino porque realmente el dinero con el que nos pagan vale justamente la mitad, así que en el fondo nos pagan lo mismo. Esto es lo que ocurre en condiciones normales, aunque hoy en día la “normalidad”, hay que ponerla muy entre comillas.
Una vez que tenemos claro el concepto de la inflación vamos a ver el efecto sobre las deudas.
Como hemos explicado un efecto de la inflación es que el dinero vale menos. Entonces cualquier persona con deudas, si hay tasas de inflación positivas, verá cómo el dinero que debe vale cada vez menos, y por tanto el esfuerzo que debe hacer para devolver el dinero que le han prestado es menor.
A mayor inflación menor esfuerzo, por tanto tasas de inflación positivas le benefician en el aspecto de hacer frente a sus deudas (en otros aspectos ya lo veremos).
Cuanto mayor sea el nivel de endeudamiento mayores beneficios de una inflación “relativamente” alta.
Para entenderlo pongamos un ejemplo real:
Supongamos una persona que tiene una hipoteca con las siguientes características:
Cantidad hipoteca: 180.000 €
Cuota mensual: 900 euros
Supongamos que en el momento de contratar la hipoteca esa persona tenía unos ingresos de 1.800 € al mes, de tal forma que la mitad de los ingresos van a parar a pagar su deuda.
Lógicamente esa persona al firmar la hipoteca contaba con el esfuerzo importante que tendría que hacer para pagar, pero al mismo tiempo sabía que su sueldo iría subiendo cada año gracias a la inflación, y que el esfuerzo sería cada vez menor.
La crisis (o los agentes económicos) ha provocado un estancamiento de precios y por tanto que a esa persona no le suban el salario. Así que unos años después y con el sueldo congelado sigue soportando un gran esfuerzo para pagar su deuda.
Ahora supongamos que han pasado 5 años desde la firma de la hipoteca y que la inflación ha sido del 9-10% anual. Así que en 5 años los precios habrían subido aproximadamente un 50%. El salario de esa persona debería entonces verse incrementado en un 50%, pasando a cobrar 2.700 euros desde los 1.800 euros que cobraba.
Como las deudas no crecen con la inflación esa persona seguiría pagando 900 euros de hipoteca pero con un sueldo de 2.700 euros, siendo ahora el “esfuerzo” que debe hacer para pagar del 33% de su salario.
En los sucesivos años ocurriría lo mismo y su esfuerzo sería cada vez menor. En este caso la persona se ve beneficiada por la inflación.
La inflación ha sido tradicionalmente la herramienta utilizada por los estados para reducir la deuda pública. El razonamiento es el mismo que hemos utilizado en el caso de deuda de particulares.
Un ejemplo claro es el de España que tiene actualmente una deuda pública:
Deuda en PIB: 100%
Deuda total: 1 billón de euros
Si seguimos con el ejemplo anterior con una inflación de un 9-10% anual durante 5 años lo que ocurriría es que el PIB subiría aproximadamente un 50% gracias a la inflación, además de que podría subir más por mejoras en producción, pero nos quedamos con el 50%.
El PIB recoge la producción y los salarios de un país, como los precios suben y los salarios también suben entonces sube el PIB en la misma medida.
Si suponemos que la deuda tras esos 5 años sigue siendo de 1 billón de euros (el Estado no aumenta su deuda, pero tampoco la reduce), los números dirían lo siguiente:
Deuda en PIB: 66,6%
Deuda total: 1 billón de euros.
Por arte de magia se habría rebajado la deuda desde el 100% del PIB al 66,6% del PIB en tan solo 5 años.
En este caso algún político se pondría las medallas, pero la realidad es que la cantidad de dinero que se debe no habría bajado ni un céntimo.
Si nos fijamos en la gráfica de la evolución de la deuda española en los últimos años veremos cómo en los años de boom (subida de precios desorbitada en especial de la vivienda) la deuda baja.
Eso es porque el Estado no se endeudaba más de lo que ya estaba y el nivel de deuda en porcentaje de PIB bajaba por la subida de la inflación, no como algunos piensan porque se devolviese el capital pendiente a los tenedores de la deuda.
Gráfico de: https://miguelfernandezaguila.wordpress.com/
En la gráfica se ve cómo la deuda pública baja en términos de PIB hasta comienzos de 2008, pero la cantidad de dinero que el Estado debía en realidad no bajaba, a excepción de una pequeña bajada a final de 2007.
Hemos visto que una inflación positiva y razonable puede beneficiar a las personas o estados con grandes deudas.
Pero cuando alguien debe dinero es porque alguien se lo presta.
Si la inflación tiene el efecto de que el valor real de las deudas se reduce, para el que presta dinero la inflación es perjudicial ya que el dinero que ha prestado vale cada vez menos.
A nivel de particulares supongamos que una persona tiene un perfil ahorrador y sin deudas.
Esa persona presta dinero al contratar un depósito bancario, si le dan por su dinero un 2% anual y la inflación es cercana al 0% o incluso negativa esa persona gana dinero cada año por prestar su dinero.
En el mismo supuesto de una rentabilidad del 2% pero con una inflación del 5% verá como su dinero cada año tiene un valor real de un 3% menos.
Desde el lado de la deuda pública (y también privada) quien presta dinero son los bancos.
En el ejemplo anterior hablábamos de una inflación del 10% anual. Si los banco están prestando al Estado (o a particulares) al 5% y la inflación es del 10% esos bancos estarían perdiendo cada año un 5% de su dinero vía inflación.
La cantidad de deuda en manos del Estado, de las empresas y de los ciudadanos es enorme, esa cantidad de dinero se le debe a los bancos, y parece complicado que permitan una inflación que les haga perder dinero.
Una inflación del 7-8% haría perder cada año cantidades grandísimas de dinero a los bancos.
Quizás, y como casi siempre, en el punto medio esté la virtud. No se trata de que siempre ganen unos y pierdan otros, una moderada inflación del 3 ó 4% en los próximos años podría ser una solución media que alivie la economía de los consumidores endeudados y sea soportable por banca y consumidores sin deuda.
El tiempo lo dirá.
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