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Ya hemos aprendido que debido a la inflación nuestro dinero encoge y cada vez podemos comprar menos cosas con él.
Una vez que tenemos claro lo que supone la inflación, llega el momento de ponerle alguna solución para que nuestro dinero pierda el menor valor posible, o si es posible que no pierda nada.
En momentos en los que aparece la inflación tener el dinero en la hucha, debajo del colchón o en una cuenta corriente es garantía de que cada vez valdrá menos porque la cantidad de dinero que tenemos es la misma y los precios siguen subiendo.
En momentos con baja inflación, -hemos tenido años del 1%-, esa pérdida de valor de nuestro dinero es poco apreciable, pero ahora que la inflación la tenemos al 4%, y subiendo, esa pérdida de valor se hace más que evidente.
En la década de los 80 teníamos en España tasas de inflación incluso por encima del 10% anual, y los que vivieron ese periodo pueden recordar que los precios subían rápidamente mientras que los salarios no.
Una de las armas tradicionales que tenemos para que nuestro dinero no pierda valor sin correr riesgos siempre ha sido acudir a los depósitos bancarios y a las cuentas de ahorro.
Si la inflación era del 1% y conseguíamos en un depósito un rendimiento del 1,50% resulta que nuestro dinero no perdía valor, sino que incluso lo ganaba.
Si un producto costaba 100 € y la inflación anual era del 1%, resulta que un año después ese objeto costaría 101 € pero por los 100 € que pusimos en el depósito al finalizar el año teníamos 101,50€, así que nuestro dinero había ganado valor porque podíamos seguir comprando el mismo objeto y aun nos quedaban 0,50 €.
En los años 80 era relativamente sencillo encontrar depósitos bancarios rentables que incluso ofrecían hasta un 10% de interés, aunque la inflación era muy elevada.
En el caso de las cuentas de ahorro se podía conseguir un 5% a través de la Cuenta Naranja de ING y oras similares.
Ese dinero que los bancos nos pagan por tener nuestro dinero depositado con ellos se llama interés. Si el interés que obtenemos es igual o superior a la inflación habremos conseguido que nuestro dinero no pierda valor.
Por regla general a lo largo del tiempo la rentabilidad de los depósitos bancarios ha sido menor que la tasa de inflación, así que en los años 80 cuando a nuestros abuelos del daban un 10% por sus depósitos la inflación era superior y podía rondar el 12%-13%, con lo que su dinero seguía perdiendo valor.
Los depósitos bancarios han servido tradicionalmente para “amortiguar” el efecto de la inflación sobre nuestros ahorros, aunque generalmente nunca han conseguido compensar toda la pérdida de valor.
En la imagen se ve como si tenemos hoy 100 € ahorrados y los mantenemos en nuestra hucha durante 20 años seguiremos teniendo 100 €, pero con unos intereses de alrededor de un 3% si metemos los 100 € en depósitos tendremos 200 € dentro de 20 años, pero si la tasa de inflación es de aproximadamente un 4% anual lo que comprábamos por 100 € dentro de 20 años costará 240 €, así que con los 200 € que tenemos si hemos invertido en depósitos no llegamos, pero es mejor que si dejamos el dinero en la hucha.
En momentos muy puntuales de baja inflación o de inflación negativa ha podido ocurrir que los depósitos venciesen a la inflación, pero no es lo habitual.
La economía evoluciona y hoy en día la rentabilidad de los depósitos es prácticamente nula, la mayoría de bancos ni los comercializan, y las cuentas de ahorro no dan rentabilidad.
A eso hay que sumar que los bancos han comenzado a cobrar elevadas comisiones por tener una cuenta, así que ya no es que no consigamos intereses, es que es posible que tengamos gastos por aparcar el dinero en un banco.
Con intereses nulos y elevadas comisiones parece imposible poder enfrentarse a la elevada inflación que sufrimos vía depósitos o cuentas de ahorro, incluso puede costarnos dinero el depositar los ahorros en el banco.
En un escenario de inflación como el actual sería de esperar que los tipos de interés se incrementasen y así el problema se amortiguaría, como sucedía en los años 80 y 90, pero como hemos dicho la economía evoluciona y no parece que los bancos centrales estén dispuestos a subir tipos de interés.
Parece lógico que si queremos vencer a la inflación para que nuestro dinero no pierda valor debemos buscar otras alternativas de inversión, veremos algunas opciones en próximos capítulos sobre inflación.
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