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Los préstamos personales pueden ser utilizados para financiar una enorme variedad de gastos posibles.
Algunos casos son apropiados y el préstamo puede ser la mejor alternativa, dado que el rendimiento conseguido por la operación es muy favorecedor.
Otros casos, sin embargo, son bastante discutibles.
En este sentido, existen préstamos personales especializados en un determinado propósito como, por ejemplo:
Los préstamos hipotecarios, destinados a la compra de un inmueble. Se trata de préstamos a largo plazo y sus principales características son que los tipos de interés son los más reducidos de todo el paquete financiero y las cuotas mensuales pueden adaptarse fácilmente, con el fin de que el cliente pague mes a mes sin problemas. Además, pueden incluir la contratación de seguros ligados al inmueble.
Los préstamos auto, especializados en la compra de un vehículo. Se trata de préstamos a medio plazo y pueden prever la contratación de un seguro de accidentes, etc. Te recomendamos que te limites a la compra del vehículo familiar o de tu principal vehículo.
Los préstamos de estudios, concebidos para ayudar a los estudiantes a financiar su formación académica. Es habitual que incluyan un periodo de carencia, de forma que el cliente pueda concentrarse en sus estudios sin tener que preocuparse por pagar ninguna cuota, e incluso se suele ampliar dicho plazo durante un tiempo prudencial, para poder encontrar un puesto de trabajo y comenzar a generar ingresos.
Los préstamos para emprendedores, los cuales se destinan a lanzar un nuevo negocio. Estos préstamos también pueden incluir un periodo de carencia total o parcial, para dar la oportunidad al emprendedor a captar clientes.
Además de todos los casos señalados anteriormente, existen otra gran cantidad de casuísticas en las que puede tener sentido solicitar un préstamo personal.
Préstamos para reformas del hogar, especialmente si suponen un gran desembolso y la reforma resulta relevante para la habitabilidad en el inmueble.
Préstamos para refinanciar una deuda, siempre y cuando los intereses que debas pagar sean más reducidos que aquellos que pagabas con el anterior préstamo.
Préstamos para reunificación de deudas, cuando el número de cuotas mensuales que estás pagando asfixian tu economía. En este caso, tiene sentido reunificar todas tus deudas, mediante un único préstamo. Liquida las deudas anteriores con el importe recibido y asume una cuota mensual más razonable.
Hay muchos otros casos en los cuales los bancos sugieren a sus clientes pedir un préstamo personal.
La cuestión es que no todos ellos son realmente convenientes para los clientes. Los bancos incentivan su contratación por el mero hecho de poder realizar más contratos de préstamo.
Nos estamos refiriendo a aquellos casos en los que el gasto a financiar no es totalmente imprescindible e incluso podría considerarse superfluo.
Los préstamos para financiar las vacaciones suponen encarecer el coste de tu ocio y asumir un gasto que, en realidad no puedes permitirte. Si no puedes pagar tus vacaciones, entonces no son vacaciones.
Los préstamos para celebraciones como bodas o bautizos constituyen una manera bastante peculiar de celebrar un evento importante en tu vida. Este tipo de celebraciones deberían adecuarse a tus ingresos y estilo de vida, en lugar de convertirse en un ejercicio de pomposidad o alarde que no te refleja.
Préstamos para operaciones estéticas, en cuyo caso también estamos hablando de una cuestión bastante superficial.
Préstamos para segundas viviendas o vehículos. Si ya dispones de una vivienda habitual o de un vehículo principal, la compra de una segunda unidad podría considerarse un lujo, por lo que deberías meditar seriamente la conveniencia de financiar la operación y el alcance de la misma.
Préstamos para inversiones de carácter especulativo. En este caso, estás asumiendo un riesgo al destinar un dinero que no tienes en una operación de la que esperar obtener un rendimiento, pero para la que no tienes la absoluta certeza de lograrlo. Obviamente, un préstamo de emprendedor podría considerarse como una forma de inversión (en tu propio negocio), pero en este caso, nos estamos refiriendo a operaciones de carácter especulativo, como la inversión en bolsa o la compra de inmuebles para su posterior alquiler o venta.
Antes de pedir un préstamo para cualquiera de estas circunstancias, asegúrate bien de que podrás hacer frente a los pagos sin problema alguno.
Lo último que querrías es tener problemas económicos por culpa de un préstamo para irte de vacaciones o para sustituir tu vehículo semi-nuevo por un último modelo, ¿no crees?
Finalmente, para lo que no te recomendamos pedir un préstamo personal bajo ningún concepto es para asumir los pagos de la cuota de otro préstamo, cuyo tipo de interés sea más reducido.
Por ejemplo, no tiene sentido pedir un préstamo personal para financiar las cuotas de tu hipoteca, pues lo más probable es que tu hipoteca tenga un tipo de interés más reducido.
Si tienes problemas para devolver el primer préstamo, te sugerimos informar al banco de la situación y negociar una salida que favorezca a ambas partes como, por ejemplo, la reducción del importe de la cuota mensual o incluso la concesión de un periodo de carencia, con el fin de que puedas recuperar la estabilidad financiera y volver a pagar las cuotas debidamente.
La clave a la hora de decidir para qué puedes utilizar un préstamo personal es tener siempre en mente la relevancia del gasto que vas a financiar. Si se trata de algo importante, que no puede esperar y a lo que le puedes sacar un gran rendimiento, entonces tiene sentido solicitar el préstamo. En caso contrario, te recomendamos ahorrar el dinero necesario y pagar el gasto al contado, una vez hayas reunido el importe necesario.
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