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Todos pertenecemos a una generación, aunque no todos lo sepamos.
Los expertos están continuamente estableciendo los límites de edad para tener información sobre un determinado colectivo, sobre su comportamiento social, económico o tecnológico para, de esta manera, obtener información y patrones de comportamiento muy interesantes.
Sin embargo, a nivel de inversión, cada generación tiene un perfil de riesgo diferente que les hace elegir diferentes tipos de activos.
Parece lógico; cuanto más se acerca el momento de la jubilación, donde ya están entrando algunos babyboomers y donde ya se han instalado los niños de la posguerra, nos volvemos mucho más conservadores con nuestro dinero.
Sin embargo, las personas jóvenes tienen un perfil de inversión más arriesgado, porque tienen más tiempo para resarcirse de sus pérdidas.
Cada generación tiene sus particularidades, de hecho pueden englobarse dentro de un perfil inversor determinado, así que vamos a analizar las características más importantes de cada grupo.
Son los más jóvenes. Nacidos entre 1994 y 2010 al calor de Internet y las nuevas tecnologías.
Son nativos digitales, y no saben vivir sin más de un dispositivo móvil. Irreverentes por naturaleza, la mayoría de ellos ni siquiera han salido al mundo laboral ni han terminado su formación académica.
Su juventud les hace tener una ventaja sobre el resto: tienen toda la vida por delante para reponerse de posibles pérdidas con sus inversiones.
Por eso, los expertos les recomiendan invertir todo su futuro patrimonio a través de aportaciones periódicas en instrumentos de renta variable (si puede ser el 100% mejor).
El mayor problema es que su capacidad de ahorro es muy limitada (y, en ocasiones, inexistente).
Es posiblemente la generación más conocida y, al mismo tiempo, la peor entendida de todas.
Son los millenials, es decir, aquellas personas nacidas entre 1981 y 1993. Es la primera generación que puede considerarse global, en el sentido de que en todos los países comparten los mismos valores: han crecido con los inicios de la digitalización y su incorporación al mercado laboral se hizo con una de las peores crisis económicas que se recuerda.
A nivel de inversión, los millenials son ahorradores por naturaleza. Llevan unos años constituyendo un patrimonio que les permita vivir mejor en el futuro.
Por eso, y aunque muchos todavía arriesgan por su corta edad, lo cierto es que muchos de ellos comienzan a ser algo conservadores, con el objetivo de no perder parte del patrimonio obtenido durante esos años.
En cualquier caso, la renta variable todavía predomina sobre la renta fija, en un porcentaje aproximado de 75-25.
La generación X la componen aquellas personas nacidas entre 1969 y 1980.
En España, vivieron su infancia en plena transición hacia la democracia, con el esplendor del consumismo, de la movida madrileña, y de la generalización de los ordenadores personales como herramienta de trabajo. Llevan varios años trabajando y cotizando para su futura jubilación, que ya ven mucho más cerca.
Por eso mismo, esta generación no tiene necesidad de arriesgar su capital. A poco menos de 15 años para disfrutar de su retiro dorado, cualquier opción de inversión que sea arriesgada puede poner en jaque parte de su patrimonio. Aunque, no obstante, todavía pueden generar muchos rendimientos.
Por eso, una cartera compuesta por un 50-50 (en renta variable y renta fija, respectivamente) es ideal para las personas de este grupo de edad.
En los años 50 se produjo una explosión demográfica sin precedentes en nuestro país. El famoso baby boom supuso un soplo de aire fresco para la sociedad de un país marcado por la autarquía y la dictadura franquista.
Su jubilación supone un desafío para los políticos, que tendrán que ver cómo la mayor generación de nuestra historia deja de cotizar para pasar a engrosar las listas de los pensionistas.
Debido a lo cercana que está la jubilación, los babyboomers tienden a ser mucho más conservadores.
La preservación de su capital es el objetivo principal, por encima de obtener rendimientos extraordinarios. Una cartera compuesta por un 75% de renta fija y un 25% de renta variable es una buena opción para esta generación.
Terminamos este repaso con la conocida como Silent Generation, los niños de la posguerra.
Han vivido en sus carnes la miseria y el hambre provocado por una guerra civil que dejaron un país devastado. No es de extrañar que el ahorro y la austeridad sea su principal filosofía.
Todos ellos superan los 70 años de edad, de modo que muchos de ellos dejaron de trabajar y de obtener ingresos hace bastante tiempo.
En estos casos, es evidente que la inversión pasa a un segundo plano.
No tienen necesidad de poner en riesgo su capital, y tan solo buscan vivir una vida tranquila. Para ellos, lo mejor es que todo su capital esté invertido en renta fija, en fondos del mercado monetario o incluso en liquidez.
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