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La jubilación es una preocupación más hoy en día de los trabajadores. Lo que hace unos años se veía como un remanso de tranquilidad, asegurado, de mejor o peor calidad, hoy se ha convertido en otro quebradero de cabeza más.
No paramos de enterarnos de problemas económicos, de escasez de trabajadores cotizando a la Seguridad Social y todo ello nos hace pensar si nuestra jubilación está asegurada.
Como alternativa a los clásicos planes de pensiones, han surgido nuevos productos de ahorro que sirven como complemento a los tradicionales instrumentos utilizados hasta ahora.
Entre ellos, destacan los fondos de inversión y algunos planes de previsión que son mucho más ventajosos fiscalmente. Además, han surgido algunos productos como el PIAS que se sitúan entre los planes de pensiones y los seguros.
Los PIAS son seguros individuales de ahorro a largo plazo, en los que mediante aportaciones periódicas, preferiblemente mensuales, vamos creando un capital, una gran hucha para poder disfrutarla en el futuro, en el momento de la jubilación o cuando necesitemos el dinero puesto que se trata de productos líquidos y, a diferencia de los planes de pensiones, se pueden rescatar cuando nos haga falta.
Aunque es un producto destinado a cualquier ámbito, su principal entorno son las personas entre 40 y 50 años.
A diferencia de los planes de pensiones, las cantidades que vamos aportando a los PIAS no permiten deducciones en el IRPF, pero tampoco debemos pagar impuestos por la parte que hemos ido aportado cuando nos jubilemos.
Además de ser productos líquidos, su principal ventaja es la atractiva fiscalidad, ya que si cobramos el capital como renta vitalicia, los rendimientos generados (lo que nos haya generado el capital ahorrado) no deberán pagar impuestos.
Las condiciones para que el capital constituya una renta vitalicia son las siguientes:
La duración del PIAS es 10 años o superior.
Debe ser la misma persona la que hace las aportaciones, la persona asegurada y el beneficiario del seguro.
Las cantidades aportadas no deben superar los 8.000 euros al año y el total aportado durante la vida del PIAS tiene que ser inferior a 240.000 euros.
Los PIAS cumplen una serie de características:
El tomador del seguro, el asegurado y el beneficiario han de ser la misma persona.
Por su naturaleza como seguro de vida, los PIAS ofrecen un capital asegurado en caso de fallecimiento de su titular.
Ofrece una rentabilidad cercana a la ofrecida por la deuda pública, ya que las compañías aseguradoras invierten principalmente en estos productos.
Las aportaciones podrán ser esporádicas o periódicas.
Con los derechos acumulados en estos contratos se constituirá una renta vitalicia asegurada, la cual puede comenzar a percibirse una vez que hayan transcurrido 10 años desde el pago de la primera prima.
El tomador del seguro recibirá información de manera trimestral.
Uno de los atractivos de este producto se encuentra en las ventajas fiscales que ofrece. Los rendimientos generados desde el pago de la primera aportación hasta el inicio del cobro de la renta vitalicia asegurada estarán exentos de tributación.
De este modo, no se tributa en el momento de constitución de la renta vitalicia, sino conforme se vaya cobrando. Además, dicha tributación dependerá del tiempo que transcurra desde la constitución de la misma y de la edad del cliente en el momento del rescate.
Si el rescate se realiza transcurridos 10 años, se aplican los siguientes porcentajes.
40% (del 18%) si es menor de 40 años: tributación efectiva del 7,20%.
35% (del 18%) entre 40 y 49 años: tributación efectiva del 6,30%.
28%(del 18%) entre 50 y 59 años: tributación efectiva del 5,04%.
24%(del 18%) entre 60 y 65 años: tributación efectiva del 4,32%.
20%(del 18%) entre 66 y 69 años: tributación efectiva del 3,60%.
8%(del 18%) si es mayor de 70 años: tributación efectiva del 1,44%.
Si el rescate se realiza antes de que transcurran los 10 primeros años tributará por la totalidad de lo rescatado al tipo del 18% como rendimiento del capital mobiliario, sin que puedan aplicarse reducciones.
Cada vez es más habitual encontrar productos financieros para complementar nuestra jubilación distintos a los tradicionales planes de pensiones.
Cada uno de estos productos tienen características diferenciadas, pero las posibilidades que ofrecen los PIAS para el público general los convierten en un producto a considerar y comparar con el resto de planes ofrecidos por las entidades financieras.
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