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Que la crisis va quedando cada vez más atrás es un hecho que ya pocas personas ponen en duda; de hecho, el grifo de crédito se sigue abriendo en España, lo que queda reflejado en la mayor parte de estadísticas.
Cada vez son más las familias y empresas que pueden acceder a financiación, y el Banco Central Europeo se está encargando de que el precio pagado por ello sea históricamente bajo.
De hecho, esta es, posiblemente, la razón que atrae a muchas personas a acudir al banco y solicitar un préstamo; los bajos tipos de interés, que parece que permanecerán así mucho tiempo, son una perita en dulce que muchas personas no quieren desaprovechar, especialmente por lo que pueda pasar en el futuro.
Pero, ¿es España un país donde se paguen pocos intereses por los préstamos?
Lo cierto es que no, especialmente si atendemos al tipo de interés que se pagan en otros países de la Unión Europea y, más concretamente, en la eurozona.
No en vano, España ha sido, tradicionalmente, un país donde se pagan bastantes puntos porcentuales más que en el resto de los países colindantes.
De hecho, en el mes de mayo, el tipo de interés medio de los préstamos y créditos al consumo concedido a hogares e instituciones sin ánimo de lucro al servicio de los hogares, de un plazo de entre uno y cinco años fue del 9,35%, según las estadísticas publicadas por el Banco de España.
Sin embargo, la media de la eurozona para este mismo tipo de financiación fue del 5,22% en el mismo período de tiempo, es decir, 4,13 puntos porcentuales menos que el mismo crédito concedido en nuestro país.
En ambos casos, el hecho de que el tipo de interés del Banco Central Europeo esté en mínimos históricos está teniendo un efecto más bien discreto, por no decir casi nulo, sobre el tipo de interés de los préstamos concedidos a los hogares.
El crédito español es el sexto más caro de toda la zona euro, tan solo por detrás de los griegos, los letones, los lituanos, los estonios y los eslovacos. Todos estos países superan de forma amplia el 10% y, en algunos casos como el de Lituania, se sitúa poco por debajo del 20%.
Por su parte, las familias francesas, finesas y belgas son las que menos pagan por los préstamos concedidos por sus entidades financieras, todas ellas por debajo del 4%, mientras que los alemanes y los austriacos asumen un tipo de interés poco por encima del 4%.
Aunque no existe un solo factor que explique esta divergencia entre el tipo de interés oficial, al 0%, y el tipo de interés que pagan las familias y las empresas, existen circunstancias que contribuyen a explicarlo.
El factor principal es la existencia (o mejor dicho, inexistencia) de demanda solvente de crédito.
En muchas ocasiones, la falta de peticionarios con un historial crediticio limpio, consecuencia de un elevado apalancamiento privado, ha impedido que el grifo de crédito se haya abierto como el BCE esperaba y, en todo caso, esto ha sido a costa de unos intereses mucho más altos.
Además, el estrechamiento en los márgenes de intermediación de la banca ha hecho que muchas entidades se hayan visto obligadas a aumentar los intereses de algunos productos financieros, entre los que destacan los créditos al consumo.
A pesar de los esfuerzos del Banco Central Europeo, el efecto sobre el interés de los préstamos es y será discreto mientras no exista una demanda solvente de crédito, lo que pasa por un desapalancamiento completo de la economía española.
Aunque la mayor parte de préstamos al consumo tienen tipos de interés elevados, especialmente si lo comparamos con otros instrumentos financieros como las hipotecas, lo cierto es que todavía existen alternativas interesantes para obtener financiación.
Este es el caso del Préstamo NARANJA de ING DIRECT, con un interés nominal (TIN) del 5,95% (6,11% TAE), el Crédito Proyectos de Cofidis, con un TIN del 4,95% (5,06% TAE) o el Préstamo Ahora Tú de Liberbank, que cuenta con un TIN del 6,95% y una TAE del 7,93%.
Eso sí, el caso de las hipotecas es otro cantar. Además de un euríbor que está en niveles históricamente bajos, por debajo del nivel psicológico del cero por ciento, las condiciones para acceder a un préstamo para financiar nuestra primera vivienda son cada vez más laxas y se sitúan entre los más baratos de toda la UE.
Sin embargo, para dar explicación a esta situación hay que ir un poco más allá, pues no solo es consecuencia de una política monetaria expansiva, sino de una sociedad que está cambiando sus preferencias en cuanto al alquiler o la compra.
Sea como fuere, España es uno de los países donde, todavía, seguimos pagando un interés más caro por nuestros préstamos.
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