Contenido del artículo
Es, quizá, el instrumento de inversión más atacado y vilipendiado por propios y extraños debido a su baja tributación y por ser un vehículo pensado específicamente para los ricos.
Se trata de las SICAV, acrónimo de Sociedad de Inversión de Capital Variable.
No son pocas las personas, como Willy Meyer, ex-eurodiputado de Izquierda Unida, que se han visto arrastradas por la demagogia e ignorancia fiscal de no pocas personas y colectivos (incluyéndose ellos mismos) y han tenido que dimitir por tener sus capitales invertidos en sociedades de este tipo.
No es para menos.
El 1% al que están gravados los beneficios de estos instrumentos es motivo más que suficiente para que cualquiera de nosotros nos escandalicemos, en especial cuando el contribuyente español tiene que aguantar tanta presión fiscal para que, después, se lo lleven otros.
Pero, ¿están bien argumentadas y fundadas las críticas hacia las SICAV?
Las SICAV son un instrumento de inversión colectiva muy común en muchos países de Europa occidental, y en especial en Luxemburgo, Suiza, España, Francia, Reino Unido, Bélgica o la República Checa.
Estas sociedades precisan, con carácter general, de un número mínimo de accionistas de 100 personas (las cuales en muchos medios se conocen como los mariachis o testaferros) y un capital inicial mínimo de 2,4 millones de euros que deberán desembolsarse desde la misma constitución de la sociedad.
Su especial atractivo, además de su característica más polémica, radica en su tributación, el famoso 1%, muy alejado del 25 ó 30% del impuesto de sociedades al que tributan la mayoría de empresas y, por supuesto, muy por encima de la tributación a la que estamos sometidos la mayor parte de contribuyentes a través del IRPF o de forma indirecta a través del IVA.
Sin embargo, aunque pudiese parecer lo contrario, las SICAV no tienen ningún atractivo especial para sus mariachis.
Pero, ¿por qué digo esto si su tributación es mucho menor que la de cualquier otro vehículo?
En realidad, este 1% por el que tributan las SICAV se aplica sobre los beneficios o plusvalías que obtiene este vehículo de inversión como ente legal.
En este sentido, se parece más al impuesto de sociedades aplicado sobre los beneficios de una sociedad que al IRPF que se aplica sobre la renta obtenida por el contribuyente.
Sin embargo, las SICAV no son empresas que desarrollen su actividad en la economía productiva; en realidad, tienen más similitudes con los fondos de inversión puesto que están reguladas por la Ley 35/2003, de 4 de noviembre, de Instituciones de Inversión Colectiva, de modo que, en realidad, tienen la misma fiscalidad que cualquier otro fondo de inversión desde el punto de vista de las personas físicas que invierten en ellas.
En este sentido, los inversores en una SICAV tendrán que integrar las plusvalías obtenidas en la base imponible del ahorro, que en la actualidad está gravada con un tipo de entre el 21% y el 27%, en función del beneficio obtenido, que se aplicará en el momento en el que se retire el dinero del fondo.
Desde un punto de vista puramente fiscal por tanto, las SICAV no son ningún chollo para los super ricos.
Es más caro invertir en una SICAV que en un fondo de inversión puesto que a éste se le aplica un 0% hasta la venta de las participaciones (recordemos que a las SICAV se les grava con un 1%).
Pero no solo eso; otra desventaja fiscal con respecto a los fondos es el régimen especial de diferimiento por traspaso.
Si la SICAV tiene menos de 500 accionistas (la gran mayoría de ellas) o el contribuyente ha participado en el capital de otra SICAV en más de un 5% durante el año anterior, no se puede traspasar el dinero de un fondo a otro (a otra SICAV) sin diferir el pago de impuestos como sí se puede hacer en el caso de los fondos de inversión.
De todo lo anterior se deduce que las SICAV, al contrario de lo que se cree, no tienen ninguna ventaja fiscal con respecto a otros instrumentos de inversión. Si esto así, y los ricos, por norma general, quieren pagar menos impuestos, ¿cómo es posible que tengan la mayor parte de su capital en un instrumento que acaba pagando más impuestos al cabo del año?
La respuesta está en su gestión.
La diferencia fundamental por la cual los grandes patrimonios se deciden a utilizar las SICAV como vehículo de inversión en lugar de los fondos es su mayor flexibilidad puesto que, a diferencia de los fondos que están gestionados por entidades gestoras, son los propios accionistas los que tienen el control de su política de inversión y, por tanto, deciden dónde invertir su dinero.
En definitiva, España no es ningún paraíso fiscal desde el punto de vista financiero ni muchísimo menos.
De hecho, cualquier persona que tenga ahorros en un fondo de inversión o en un plan de pensiones estará pagando menos impuestos que una SICAV.
Que sea un instrumento vilipendiado por muchas personas es consecuencia de la ignorancia fiscal y financiera que, por desgracia, se extiende a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Artículos más leídos
La volatilidad de las divisas es una de las primeras cosas que se aprenden como operador de divisas, pero si por casualidad no lo has hecho, lo harás en este artículo.Los inversores que buscan un punt..
Internet está lleno de estafas y el mundo de las inversiones para obtener dinero fácil, todavía más. Los estafadores contactan a sus potenciales víctimas a través de redes sociales o directamente en T..
El sector del trading ha experimentado una gran transformación con el surgimiento de las mejores empresas de fondeo o prop firms, que brindan una opción atractiva para traders con habilidades, pero si..