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Los productos de renta fija son herramientas clave para articular el ahorro y limitar el impacto que la inflación pueda tener sobre nuestro capital acumulado.
Ahora bien, debe tenerse en cuenta que no todos los productos financieros son iguales y, aunque tradicionalmente son especialmente seguros, algunos de ellos no están carentes de riesgos. Conviene por tanto conocer los distintos tipos y características de los productos de renta fija.
En este artículo vamos a proceder a clasificarlos de acuerdo a varios criterios, para lograr una comprensión lo más clara posible:
Se trata de la clasificación más conocida y extendida.
En este caso podemos diferenciar entre:
Renta fija pública: También conocida como deuda pública, la cual es emitida por la administración pública, ya se trate de estados, regiones, municipios y cualquier tipo de estamento público.
La deuda pública es emitida mediante subasta pública del organismo competente, en forma de Letras del Tesoro, Bonos y Obligaciones del Estado y, por supuesto, su objetivo fundamental es la financiación de la administración pública, ya sea para sufragar el déficit público o para financiar parte de los presupuestos generales del Estado.
Por desgracia, en la actualidad se produce un fenómeno absurdo, que ha adquirido proporciones extremas.
A menudo se emite deuda pública para poder financiar el pago de los intereses de deuda pública emitida con anterioridad.
Renta fija privada: Se trata del conjunto de pagarés, bonos y obligaciones y cédulas hipotecarias, emitidos por instituciones privadas con el objetivo de financiar sus proyectos o el adecuado funcionamiento operativo, generando cierto nivel de apalancamiento.
Debe destacarse que, en ambos casos, una vez el producto es emitido, accede a mercados secundarios donde puede ser libremente comprado y vendido, bajo la supervisión del Banco de España y la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) según cada caso.
Renta fija del mercado monetario: Reúne al conjunto de productos de renta fija negociables en mercado secundario, que vencen a corto plazo.
Este tipo de productos tienen un vencimiento de 18 meses y se denominan Letras del Tesoro o Pagarés en función de si son emitidos por una institución pública o privada.
Quizá su mayor particularidad es que el rendimiento se obtiene mediante su emisión al descuento, es decir, aquella persona que se hace con un bono o un pagaré deposita un porcentaje inferior al 100% del valor nominal y al vencimiento se le devuelve la totalidad del mismo.
Renta fija del mercado de capitales: En este caso, se trata de bonos y obligaciones emitidos tanto por instituciones públicas como privadas con un vencimiento superior a 2 años.
Al contrario que con los productos de renta fija del mercado monetario, al tratarse de productos con un mayor plazo de vencimiento, el riesgo aumenta ligeramente cuando quien los emite son instituciones privadas.
No obstante, todo dependerá de la empresa emisora, cuya situación y características del negocio determinarán el riesgo crediticio. Normalmente, los bonos y obligaciones suelen generar un rendimiento regular mediante el pago de intereses a través de cupones.
Además, la posibilidad de negociación una vez cotizan en los mercados secundarios pueden posibilitar un rendimiento extra mediante su transmisión o adquisición.
Por lo general, todos los productos de renta fija que son objeto de libre transmisión y comercialización en mercados secundarios pueden generar tanto un rendimiento explícito como un rendimiento implícito.
No obstante, conviene hacer esta diferenciación en función de cuál es la intención por parte del inversor.
En algunos casos, aquel que suscribe un producto de renta fija tiene intención de conservar sus títulos hasta el vencimiento y conseguir un rendimiento ya determinado y conocido con anterioridad.
Sin embargo, muchos otros inversores escogen este tipo de productos con el propósito de comerciar con ellos en los mercados secundarios en los que operen, ya se trate del Mercado de Deuda Pública Anotada, de la Bolsa de Valores o de la Asociación de Intermediarios de Activos Financieros (tal como se la conoce en España).
En ese caso, no están buscando obtener un rendimiento con el interés previamente pactado, sino con la diferencia del precio de adquisición y venta.
Renta fija con rendimiento explícito: Se trata de aquellos productos de renta fija en los que el interés a obtener está pactado previamente por el emisor. Todos los bonos y obligaciones de renta pública y privada, por ejemplo, implican el pago de cupones regulares durante el periodo por el cual se ha emitido el título.
Por otra parte, debe tenerse en cuenta que en la actualidad existen algunas modalidades de activos de renta fija mixta, que incluyen intereses variables referenciados a índices bursátiles o determinados tipos de interés oficial como el Euribor, etc.
Este tipo de productos a menudo son comercializados como renta fija, sin embargo, resulta obvio que el rendimiento a obtener puede variar notablemente.
En cualquier caso, el aspecto más importante a tener en cuenta a la hora de valorar el rendimiento explícito de un activo financiero de renta fija es lo que se conoce como riesgo financiero y riesgo de insolvencia de la entidad emisora.
Con el fin de crear estándares de referencia para el mercado internacional, determinadas empresas especializadas como Moody's o Standard & Poor's llevan a cabo análisis económico-financieros y establecen un ranking o clasificación de los distintos tipos de renta fija en función del riesgo de insolvencia asumido.
Renta fija con rendimiento implícito: Tal como hemos expresado antes, se trata del conjunto de casos en los cuáles el rendimiento o interés es obtenido gracias a la diferencia entre el valor de adquisición y el de transmisión o reembolso.
Todos los activos financieros de renta fija negociados en mercados secundarios pueden generar así un rendimiento implícito.
Además, las letras del tesoro o pagarés de empresa -los cuales son emitidos por descuento- generan también un rendimiento implícito, pues cuando tiene lugar el reembolso llegado el vencimiento, el valor obtenido es superior al de emisión.
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