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La gestión pasiva se ha convertido en una de las principales estrategias de inversión.
En Estados Unidos ya supone casi la mitad del total del patrimonio gestionado en fondos de inversión, y en Europa su crecimiento es cada vez mayor, con entradas de dinero netas que ya son mayores que los fondos tradicionales.
¿Pero qué hay detrás de estos números? Una nueva forma de entender la inversión que está triunfando entre los pequeños inversores.
La gestión pasiva es una filosofía de inversión que consiste en replicar los movimientos del mercado, obteniendo de esta manera su misma rentabilidad.
Es la estrategia opuesta a la gestión activa, que se basa en seleccionar aquellos activos que los gestores creen que se van a comportar mejor para batir al mercado.
En esencia, esta teoría afirma que el precio de los activos ya contienen toda su información relevante y, por tanto, está ajustado al máximo posible. Sus seguidores afirman, por tanto, que no es posible obtener resultados extraordinarios seleccionando acciones.
De hecho, es probable que tengan algo de razón en esta afirmación.
Lo cierto es que, en la actualidad, la inmensa mayoría de gestores de fondos de inversión no son capaces de batir a su índice de referencia a largo plazo, lo que explica la dificultad de obtener unas rentabilidades mayores a las que garantiza el mercado.
Pero, ¿cómo se replica el movimiento del mercado?
En 1974, un tal John Bogle fundó Vanguard, la que actualmente es la segunda gestora del mundo por volumen de productos negociados. En ese momento nacía el primer fondo indexado al S&P 500 y, aunque en un primer momento fue un fracaso, sentó las bases para la puesta en marcha de una nueva forma de invertir: la gestión pasiva.
En la actualidad, los fondos indexados se han convertido en uno de los productos preferidos por los pequeños inversores.
Estos instrumentos tienen la misma composición del índice que representan y en la misma proporción con el fin de que la evolución del fondo sea la misma que la del índice.
También existen instrumentos específicos pensados para invertir en gestión pasiva como los ETF (Exchange Traded Funds o fondos cotizados), que contienen un conjunto de valores que replican el comportamiento del mercado y que, como las acciones, cotizan en bolsa.
La razón por la que la gestión pasiva ha ganado tantos adeptos en los últimos años es que se trata de una filosofía de inversión con muchas ventajas:
Tanto los fondos indexados como los ETF están compuestos por un conjunto de valores que replican a un índice de referencia. En este sentido, simplemente comprando participaciones de estos productos estás comprando una cesta de activos.
Dicho de otro modo, estás diversificando tu inversión de forma casi automática.
Por ejemplo, si comprases un fondo indexado al S&P 500, estarás comprando todas las acciones que componen este índice, que son algunas de las más grandes empresas de Estados Unidos.
La gestión pasiva no requiere de grandes conocimientos de inversión. Tan solo tienes que saber qué es un índice y qué elementos forman parte de su composición.
Con estos datos, sabrás en qué estás invirtiendo en todo momento e incluso seguir su evolución, ya que son noticia un día sí y otro también.
Esto es una gran ventaja sobre todo si lo comparamos con otras estrategias de gestión activa que se basan en saber leer balances de compañías cotizadas, complejas gráficas en la pantalla de tu ordenador o interpretar noticias políticas de resultado incierto.
De este modo, no tendrás que tener grandes conocimientos de inversión.
Pero si tuviésemos que quedarnos con una ventaja, esta no sería otra que sus bajos costes.
El trabajo del gestor se limita a comprar las acciones que componen un índice, sin preocuparse de analizar y estudiar información compleja. Por eso, las altas comisiones no están justificadas en estos casos, y pueden ofrecer un coste mucho más bajo que los fondos de gestión activa.
Si a ello le sumamos que, como ya hemos apuntado, la mayoría de gestores no baten a su índice, los fondos indexados nos harán ganar mucho más dinero a largo plazo.
Para invertir en gestión pasiva, tan solo tenemos que comprar aquellos fondos de inversión que repliquen el comportamiento del mercado o bien invertir a través de ETF.
La primera opción es relativamente nueva en España, y no hay tantos bancos que se hayan lanzado a ofrecer este tipo de productos.
No obstante, existen algunas alternativas a través de BNP Paribas Personal Investors, SelfBank, Renta 4 o ING. A través de ellos, podremos comprar fondos de Vanguard o Amundi, las dos principales gestoras que en la actualidad ofrecen la posibilidad de invertir a través de fondos indexados.
La opción de los ETF está disponible en la mayoría de brokers en España. Estos productos se compran como si se tratase de una acción en bolsa, comprando y vendiendo a través de las plataformas.
El siguiente paso es sencillo: elegir tu fondo, ingresar dinero en él y sentarte a esperar. El interés compuesto hará el resto, y tanto mejor cuanto mayor sea el horizonte de tu inversión (mejor a largo plazo).
En Busconómico | Fondos de inversión: gestión activa y pasiva
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