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Una de las preguntas más habituales por parte de las personas que solicitan financiación por primera vez o que se presentan como avalistas en el préstamo firmado por otra persona es “qué ocurre si no devuelves un préstamo”.
Como ya imaginarás, las consecuencias del incumplimiento de las obligaciones propias de un préstamo –en este caso, el pago de las cuotas de amortización– son bastante graves.
No obstante, todo depende del tipo de préstamo del que estemos hablando, así como del nivel de incumplimiento en el que se ha incurrido; es decir, no es lo mismo atrasarse con el pago de una cuota mensual que dejar de pagar las cuotas durante meses.
Igualmente, el impacto económico no será el mismo en el caso de los préstamos bancarios que si hemos optado por un minicrédito, online, cuyos tipos de interés y penalizaciones por la demora en el pago son extremadamente altos.
Lo primero que sucede en el momento en que no pagamos una de las cuotas del préstamo es que se comienzan a generar intereses de demora, o lo que es lo mismo, intereses adicionales por el retraso en el pago de la deuda.
A esto hay que añadir las habituales comisiones por notificación del retraso en el pago, las cuales suelen ser cantidades fijas.
El mayor problema de los intereses de demora es que se acumulan a la deuda original y, si el impago se prolonga, los nuevos intereses de demora también se aplican sobre los intereses previamente generados.
Esto contribuye a que se produzca un efecto de bola de nieve que puede llegar a hacer que los intereses acumulados por este concepto lleguen a ser mayores que la propia deuda original.
En el caso de que el impago de las cuotas de amortización del préstamo se produzca de forma reiterada, las entidades financieras pueden proceder a interponer una demanda judicial, reclamando el reembolso del préstamo.
En principio, la acumulación de varios impagos legitima la presentación de esta denuncia, si bien lo habitual es que los bancos esperen durante varios meses e intenten llegar a un acuerdo con la parte deudora, para encontrar una salida amistosa.
En el caso particular de los préstamos personales –que constituyen la inmensa mayoría de los préstamos al consumo concedidos a los clientes particulares–, las autoridades judiciales pueden ordenar el embargo de los bienes del deudor para proceder a la liquidación de la deuda impagada.
De acuerdo con la legislación, aquellas personas que contratan un préstamo personal aportan como garantía de pago todos sus bienes, tanto presentes como futuros.
Eso implica que todas las pertenencias de una persona pueden ser embargadas y posteriormente subastadas.
Además, también se puede llevar a cabo el embargo de parte de su nómina o ingresos futuros (por ejemplo, una herencia o donación), hasta que la deuda haya sido liquidada por completo.
Conviene destacar que los avalistas también responden de la misma manera en caso de impago del préstamo por parte del deudor.
Es más, por regla general, la entidad financiera está legitimada contractualmente para embargar de forma indistinta y sin orden de prioridad los bienes del titular del préstamo o los de los avalistas.
En el caso de que el deudor ponga de manifiesto su voluntad de incumplir con sus obligaciones de pago (dejar de pagar de manera indefinida, no responder a las reclamaciones, etc.) lo habitual es que la entidad acreedora proceda a solicitar la inscripción de aquel en los múltiples registros de morosidad que operan oficialmente en nuestro país.
Esta inscripción tiene una gran relevancia, dado que estos registros son públicos y todas las entidades de crédito proceden a consultarlos antes de aprobar un préstamo a favor de cualquier persona. Si tu nombre y deuda figuran en alguno de estos registros, lo más probable es que todas las entidades financieras denieguen cualquier solicitud de préstamo en el futuro y hasta que la inscripción sea eliminada de la lista de morosos.
Por supuesto, hay personas que se niegan a pagar sus deudas de forma deliberada y hacen todo lo posible por limitar su solvencia, de forma que el posible embargo de sus bienes tenga un impacto mínimo.
En esos casos, se suele recurrir a la contratación de especialistas y empresas se recobro, las cuales someten al deudor a una vigilancia y presión constante para que proceda al pago de su deuda.
La intervención de este tipo de especialistas no solo resulta muy molesta para el deudor, sino que puede dañar su reputación gravemente, dificultando sus relaciones sociales y profesionales.
Como has podido comprobar, las consecuencias de no devolver un préstamo son graves y tienen consecuencias más allá del mero hecho de tener una deuda pendiente. Afecta tanto a la vida personal como profesional y pueden perjudicar gravemente las posibilidades de desarrollar una actividad económica o laboral de forma normal.
Si sospechas que no vas a ser capaz de pagar un préstamo a tiempo, debes tomar las medidas oportunas lo antes posible. Busca otras alternativas de financiación que te permitan cumplir con tus obligaciones, siempre y cuando no supongan un empeoramiento de tu situación económica. Al fin y al cabo, eso solo posterga el problema.
Por regla general, las entidades bancarias prefieren llegar a un acuerdo con sus clientes, facilitando el pago de la deuda. Para ello, existen múltiples posibilidades como la refinanciación de la deuda, la reducción del importe de las cuotas –prolongando el plazo de amortización– o incluso los periodos de carencia, durante los cuales solo se pagan los intereses o incluso no se paga cantidad alguna.
Estas medidas supondrán que la suma de los intereses que terminarás pagando será algo superior a la que habías previsto inicialmente. Sin embargo, te permitirán salir del apuro y, sobre todo, evitar una indeseable situación de impago.
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