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Hoy en día es bastante habitual escuchar y leer conceptos económicos en los medios de comunicación que hasta la fecha no sabíamos ni que existían y que, por supuesto, no sabemos qué significan o qué implicaciones pueden tener.
Recientemente uno de esos extraños vocablos ha cobrado una gran relevancia.
No es otro que una quita de deuda.
Durante la campaña electoral en Grecia, el partido político que salía elegido en las encuestas y que a la postre fue vencedor, Syriza, encabezado por su líder Alexis Tsipras, promulgaba solicitar la quita de deuda dentro de su programa económico.
Era una más de las soluciones económicas propuestas.
Todo cambió cuando terminaron las elecciones las elecciones, y el partido Syriza había resultado el claro vencedor.
Muchos países que habían prestado ayuda a ese rescate, entre ellos España, vieron cómo la posibilidad de la quita de deuda, al menos, iba a ser debatida o solicitada por el nuevo gobierno griego.
Éste es el caso más reciente y sonado en el que hemos oído hablar de quita de deuda en los medios de comunicación.
A partir de ese momento, la expresión, “quita de deuda” ha ido cobrando importancia en los medios informativos, entre los miembros de los partidos políticos y entre los ciudadanos en general.
Una quita no es más que la renuncia del acreedor frente al deudor de una parte de su deuda para facilitar su pago, con la promesa por parte del deudor de que afronta los compromisos de pago pendientes.
Por ejemplo, si a Grecia se le han prestado 300 euros y no puede pagarlos, los acreedores de Grecia tienen la opciones de hacer una rebaja sobre ese dinero prestado. Gracias a esa rebaja, el acreedor se garantiza que Grecia le va a pagar la parte no rebajada.
Siguiendo con el ejemplo de Grecia, el hecho de que un país quiera solicitar una quita de deuda le resta muchas posibilidades que en el futuro vuelvan prestar un dinero que necesite.
No debemos olvidar que en el caso griego, ya se solicitó y se aprobó una quita en el año 2011 cercana al 50% de la deuda soberana que mantenía con los bancos europeos.
Las quitas dejan sin margen de maniobra financiero a quienes se benefician de la misma. Los países o las empresas quedan a merced de bancos que buscan altas rentabilidades y que, incluso, imponen condiciones especiales para prestar sus capitales; esta es la razón principal por la que diversas instituciones como el FMI, el BCE y la Comisión Europea (la famosa troika), han prestado al país heleno con tal de que se cumplan y se hagan cumplir las reformas pendientes, dejando su soberanía nacional en manos de organismos supranacionales.
Como todo en esta vida, la quita de deuda tiene sus ventajas e inconvenientes para la deuda de un país.
La parte positiva es que, lógica y afortunadamente, con una quita de deuda se ve aliviada la situación financiera de un país de forma notable, pudiendo centrarse en el resto de deudas con menos problemas y un mayor desahogo.
No deja de ser una gran noticia para una economía dañada y que puede llevar incluso a una reducción de la prima de riesgo del país, aunque sea de forma temporal.
Pero tiene sus inconvenientes. La condonación de parte de la deuda o de su totalidad reduce mucho la credibilidad de un país, y reduce la calificación de los bonos casi hasta el bono basura.
Recordemos que una quita es de facto un impago de parte de nuestros compromisos a los acreedores. Cierto es que de esta manera, te aseguras al menos recibir una parte del dinero prestado, pero eso no añade credibilidad al país.
Pero, ¿y si en el futuro vuelve a necesitar dinero? ¿Recordarán el resto de países lo que pasó la última vez? Cuando se habla de dinero, pocas veces se olvida...
Continuando con el ejemplo de Grecia, seguramente la mayoría de la población del país esté a favor de la quita de deuda, de que una parte de lo que tienen que devolver se impague (no olvidemos que fue un préstamo para no hundir a un país); pero, al mismo tiempo, los ciudadanos griegos quizá no sean conscientes de las repercusiones que puede llegar esa quita de deuda.
La cancelación de 100 mil millones de euros de deuda griega haría que el país pudiera reducir su carga y aliviar de esta manera su deuda, en línea con los objetivos establecidos por las autoridades internacionales que rescataron a la nación.
Su credibilidad, lógicamente, se vería reducida pero, ¿quién sabe si en una futura (esperemos) recuperación podría ser un país importante para Europa? Desde luego, se trata de una complicada situación.
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