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Las tarjetas emitidas por los bancos y otras entidades para realizar compras y obtener dinero son de uso mundial, y los servicios que las mismas ofrecen están en constante evolución. Sirven para pagar a débito o a crédito, pero las de alta gama posibilitan el acceso a muchos otros servicios. No obstante, para la mayoría de los mortales todas ellas estaban impresas en plástico, pero ahora llegan las tarjetas de crédito metálicas.
En realidad este producto no es nuevo. Las tarjetas metálicas llevan operando 20 años, sí dos décadas, aunque mucha gente todavía ni siquiera sabe que existe la posibilidad de que la tarjeta sea de otro material que no sea el plástico.
Existen tarjetas de titanio e incluso de oro para obtener los límites de crédito más elevados y poder disfrutar de muchos servicios adicionales, sin olvidar el prestigio social o de imagen que da el ser titular de una de estas joyas.
La que probablemente fuera la primera tarjeta de alta gama estampada en titanio fue la American Express Centurion. El peso de esta tarjeta es de aproximadamente 14 gramos y da un nuevo aire de distinción al pago con tarjeta, pero veamos un poco más en detalle sus características para evaluarla en profundidad.
Como hemos dicho, la American Express Centurion es un clásico en cuanto a distinción y prestaciones, aunque el precio de la misma es de unos 6.500 euros de cuota inicial y 2.200 euros mensuales. Incluso siendo un caprichoso, el tener una de estas tarjetas de crédito no es tan sencillo ya que su obtención requiere de una invitación.
La selección la realiza el Presidente de American Express en una reunión anual con su equipo en la que se evalúa a los candidatos. Parece que uno de los requisitos es aparecer en la lista Forbes, la que recoge a las personas más ricas del planeta. Además, se exige un alto grado de vinculación con American Express, un volumen de compras anual de 250.000 dólares, y tener un historial crediticio ejemplar.
Parece ser que en su día se extendió un rumor de que a las celebridades y dignatarios se les extendía de forma exclusiva una tarjeta de color negro con grandes prestaciones. En realidad, no era una tarjeta de pago sino una en la que se incluían números de relevancia. Aun así, American Express decidió sacar provecho de ese rumor y en octubre de 1999 lanzó al mercado su tarjeta Centurion elaborada en titanio y, por supuesto, de color negro.
La tarjeta tiene un servicio de asistencia denominado Concierge al que se puede llamar o enviar un correo electrónico para obtener entradas a múltiples eventos, hacer reservas y compras diversas. Los titulares de esta tarjeta reciben la revista de carácter exclusivo denominada “Black Ink”.
Hay que tener en cuenta que antes de ser titular de esta tarjeta se realiza una entrevista personal para conocer al detalle los gustos personales del titular de la tarjeta y así los dos asistentes personales de la tarjeta, uno para todo lo relacionado con gastronomía, compras y estilo de vida de alto standing, y otro para gestión de viajes y los caprichos necesarios en los mismos, podrán atender al poseedor de dicha tarjeta las 24 horas del día los 365 días del año de manera impecable.
En el mundo de los negocios cuando una idea funciona es inevitable que un ejército de imitadores quieran copiar o usar la idea en su propio campo. Así, desde el nacimiento de la tarjeta negra, el número de tarjetas metálicas de diversas entidades no ha parado de crecer.
Un ejemplo es la Chase Sapphire Reserve, también metálica con una “humilde” cuota anual de 450 dólares. Esta tarjeta lanzada en 2016 fue un auténtico boom y en los primeros días de su lanzamiento se recibieron miles de solicitudes para tener una de ellas, tanto que consumieron todo el stock previsto de las mismas y tuvieron que emitir tarjetas de plástico hasta poder entregar las definitivas más adelante.
Lo curioso del caso es que a pesar de la tendencia actual de tener tarjetas libres de comisiones, una gran parte de los solicitantes de esta nueva tarjeta no eran grandes empresarios o personajes famosos sino los famosos millenial, jóvenes nacidos en las décadas de los 80 y 90.
La interpretación de este hecho a nivel psicológico puede ser sofisticada, pero a simple vista parece que la urgencia de reconocimiento o de estar a la última está por encima de las verdaderas necesidades económicas o funcionales.
Pero la cosa no va a quedarse ahí. Poco a poco el elitismo del metal desaparecerá. La opción más modesta dentro de las tarjetas metálicas la ofrece el banco N26, una entidad Fintech que ha vuelto realmente asequibles este tipo de tarjetas.
Lanzó su tarjeta en España hace unos meses y tiene un coste de 16,90 euros mensuales, una cantidad más que importante para muchos usuarios que se negarán de plano a pagar más de 200 euros anuales por ella, pero evidentemente muy alejados de los 2.200 euros anuales de la tarjeta Centurion de Master Card. Esta tarjeta no es de crédito y solo está en las modalidades de débito y de prepago.
Existen otras como la de Revolut Metal que también lanza al mercado español su tarjeta metálica con un servicio de atención al cliente, un seguro para salidas al extranjero, así como la posibilidad de sacar diariamente 600 euros sin comisiones. Sus 13,99 euros mensuales nos dan derecho a realizar también transferencias sin coste y obtener devoluciones en compras ya sean en Europa como fuera de la unión, de un 0,1% y un 1% respectivamente.
Como vemos, llegan las tarjetas de crédito metálicas al mercado español y lo hacen a todos los niveles, tanto para los más elitistas como para otros con menos pretensiones, aunque siempre con costes y servicios superiores a sus hermanas de plástico.
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