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Por regla general, la gente piensa que todas las tarjetas bancarias son iguales o, por lo menos, muy parecidas. Sin embargo, la realidad arroja una gran variedad de tipos de tarjetas bancarias, cada una de ellas con sus propias características, ventajas y limitaciones.
Es conveniente conocer los distintos tipos de tarjetas, dado que de esa manera es posible aprovechar sus beneficios de forma combinada, en lugar de limitarse a utilizar una sola tarjeta. Por otro lado, también hay que ser consciente de las condiciones y posibles costes de las tarjetas, de forma que nos limitemos a tener aquellas que realmente necesitemos.
Como ya imaginarás, existen muchos tipos de clasificaciones posibles. La que presentamos en este artículo, intenta ser una de carácter amplio.
La tarjeta de crédito clásica es un icono en el sector bancario y supuso uno de los mayores adelantos para el sector. Al igual que la tarjeta de débito, también debe estar vinculada a una cuenta corriente, por regla general del mismo titular de la tarjeta.
Sin embargo, la gran diferencia radica en que las compras u operaciones realizadas con ella no se ejecutan directamente contra el saldo de la cuenta sino contra una línea de crédito, la cual puede variar en función de la tarjeta y perfil del cliente.
Hay tarjetas que tienen un crédito de algunos cientos de euros, mientras que otras pueden alcanzar varios miles. Existen incluso tarjetas de crédito que no tienen un límite específico, entre las cuales la más conocida es quizá la American Express.
La liquidación de las compras tiene lugar fundamentalmente de dos posibles maneras. Por regla general, se procede a cobrar todo el crédito a partir del saldo de la cuenta una vez llega el fin de mes.
Sin embargo, también es posible proceder al fraccionamiento de dicha liquidación, de forma que se paguen múltiples cuotas mensuales a lo largo de varios meses. A esto se lo conoce como pago aplazado o fraccionado. En este caso, se ha de pagar un tipo de interés ya fijado previamente en el contrato de la tarjeta.
Además, también pueden utilizarse para conseguir dinero en efectivo a crédito en los cajeros automáticos, o bien traspasar dinero a la cuenta corriente; todo ello contra el crédito disponible.
En ambos casos, se ha de pagar una comisión por cada operación, salvo circunstancias extraordinarias, en las cuales se permita obtener crédito sin pagar una comisión, o bien utilizar la tarjeta de forma dual; es decir, como una tarjeta de débito como, por ejemplo el caso de la Tarjeta Carrefour Pass o la Tarjeta Inteligente de EVO Banco.
La principal ventaja de la tarjeta de crédito es el hecho de poder realizar compras sin disponer aún del dinero en la cuenta para ello. Bastará con tenerlo a fin de mes, o bien disponer de saldo suficiente para pagar la cuota mensual mínima, para proceder a la financiación.
Lo habitual es que los bancos establezcan algún tipo de cuota de emisión y mantenimiento, si bien suelen eximir de la misma a aquellos clientes que domicilian sus ingresos o cuentan con un perfil preferente.
Dentro de las tarjetas de crédito, podemos hallar una gran variedad como:
Las tarjetas de débito son la modalidad más sencilla de tarjeta bancaria. Deben estar vinculadas a una cuenta corriente a nombre del titular de la tarjeta.
Se denominan de débito porque cualquier compra que realicemos con ellas deberá ser liquidada de forma inmediata contra el saldo de la cuenta. Por lo tanto, en el momento en que dicho saldo quede agotado, no será posible realizar más operaciones.
Por otra parte, también se pueden y suelen utilizar para realizar reintegros de efectivo a través del cajero automático; algo que, de hecho, sólo se puede hacer con este tipo de tarjetas, la libreta de las cuentas de ahorro y, recientemente, los móviles con wallet –siempre y cuando el cajero disponga de tecnología “Hal-cash”.
La gran mayoría de los bancos ofrecen una tarjeta de débito a los clientes que abren una cuenta corriente e igualmente suele estar libre de cuota de mantenimiento o comisiones por reintegros en cajeros.
Las tarjetas prepago funcionan de una manera parecida a las tarjetas de débito. En lugar de liquidarse las operaciones contra el saldo de una cuenta bancaria, hay que proceder a cargar previamente el saldo de la tarjeta y es entonces cuando se pueden realizar compras con ella. De ahí la denominación “prepago”.
Resultan muy convenientes para gestionar de una forma más controlada nuestros gastos, dado que tenemos un control total sobre el dinero que hemos “cargado” o “prepagado” en la tarjeta.
Así mismo, son muy útiles para incrementar la seguridad de las compras, especialmente las compras online. Esto se debe a que una vez el saldo cargado se agote, no será posible realizar ninguna compra, ni se nos podrá cargar tampoco ningún gasto en la tarjeta, hasta que no procedamos a recargarla de nuevo.
Estas tarjetas pueden aplicar una pequeña comisión en cada operación de recarga. Por otro lado, las hay que se emiten en plástico, pero también es posible conseguirlas en formato totalmente digital, para uso exclusivo a través de Internet.
Técnicamente, las tarjetas revolving son un tipo de tarjeta de crédito, en la medida en que también se opera con una línea de crédito. Sin embargo, consideramos oportuno describirlas como un producto aparte, debido a que su funcionamiento es algo distinto.
Por supuesto, están vinculadas a una cuenta bancaria. No obstante, la liquidación del crédito no suele tener lugar a fin de mes. Estas tarjetas están pre-configuradas para la realización de compras aplazadas. De hecho, se anima a proceder al máximo fraccionamiento posible, o lo que es lo mismo, a pagar una cuota mensual extremadamente baja.
El problema de esta forma de proceder es que la cantidad de intereses generados por el crédito aplazado puede llegar a ser superior al importe de la cuota amortizada. Eso lleva a la paradójica situación de que el usuario cree estar pagando su deuda, cuando en realidad ésta no hace más que incrementarse mes a mes, debido a que su ritmo de amortización es insuficiente para compensar los intereses.
Como ya imaginarás, se trata de una situación peligrosa que puede conducir rápidamente al sobre endeudamiento, por lo que recomendamos evitar las tarjetas revolving a toda costa.
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