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En las últimas semanas, una de las noticias de apertura más recurrentes en los medios de comunicación ha sido la caída sistemática en la cotización de los principales índices y valores bursátiles.
La actual situación en los mercados financieros está siendo motivo de preocupación por parte de los principales analistas y políticos, que ven en esta coyuntura un motivo de preocupación que puede acabar en una inminente desaceleración o incluso una nueva recesión.
Según los principales analistas, muchos son los factores que lo explican pero, en cualquier caso, se pueden resumir en cinco: la caída en el precio del petróleo, la situación actual en China, el temor a una nueva desaceleración de la economía mundial, la actual situación del sistema financiero y la coyuntura política actual.
En realidad, son cinco factores muy relacionados entre sí.
El modelo productivo de China se encuentra en pleno proceso de transición.
Si hace unos pocos años, las empresas chinas se dedicaban mayoritariamente a la producción y exportación de manufacturas, las autoridades del país buscan occidentalizar su economía a un modelo similar al que tenemos los países desarrollados, basados en consumo interno y en la producción de servicios.
Esta transición está provocando un enfriamiento de la economía del gigante asiático y, por extensión, un crecimiento mucho más moderado del PIB mundial.
A su vez, esta transición está provocando una caída en el precio de muchas materias primas, entre las que se encuentra el petróleo, por una menor demanda de uno de los países que más lo consumen.
Pero también otras, como el zinc, el níquel o el hierro están perdiendo valor, lo que ha provocado una desaceleración en muchos países emergente que exportan este tipo de materias primas.
Aunque, a priori, la caída en el precio del petróleo puede contemplarse como un elemento positivo para la economía de los países importadores, en realidad está siendo un factor de riesgo para los mercados.
Pero un petróleo a 30 dólares, si se prolonga en el tiempo, puede acabar con la economía de países como Venezuela, Rusia, Brasil y Nigeria puesto que, para las empresas productoras de esos países, el coste de extracción es muy superior a esta cifra.
El precio del barril de Brent ha caído un 76% desde 2014, un factor que, además de perjudicar a los países exportadores de esta materia prima, también está teniendo una gran incidencia sobre los balances de las empresas petrolíferas, que han visto cómo su cotización también descendía de forma notable.
Las deudas de estas compañías se han triplicado y los despidos son una tónica en este sector. Si esta situación continua así durante mucho tiempo, es posible que muchas empresas se lleven algún que otro susto más.
Los datos de los principales indicadores económicos en Estados Unidos y Europa están siendo peores de lo esperado. En Alemania, por ejemplo, la producción industrial cayó un -1,2% cuando se esperaba un repunte del +0,5%, y sus exportaciones han retrocedido -1,6% cuando se esperaba una caída bastante menor, en torno al -0,5%.
La débil recuperación de los países desarrollados, unido a la pobre perspectiva de los países emergentes, en especial aquellos exportadores de materias primas, obligó al FMI a rebajar la estimación de crecimiento de la economía mundial dos décimas en 2016 y 2017.
Desde luego, se trata de un factor que no calma a los mercados, y la preocupación seguirá latente durante los próximos meses.
El IBEX 35 ha sido uno de los índices más castigados por los mercados.
A mediados de febrero, ya había perdido en mes y medio el doble que en todo el año pasado, a pesar de haber experimentado un crecimiento del 3,5% en 2015, uno de los mayores de toda la OCDE.
Sin embargo, la incertidumbre política que se vive en nuestro país es un elemento de riesgo para la recuperación económica. En plenas negociaciones para la investidura y sin una alternativa clara que pueda continuar con las reformas, los inversores ven a España como una zona de riesgo en la que colocar sus capitales.
No en vano, la prima de riesgo ha experimentado una de las mayores subidas desde 2012, año en el que la sombra del rescate planeaba sobre España.
Hay que recordar, además, que el sistema financiero europeo no pasa por su mejor momento.
Los bajos tipos de interés que en la actualidad rigen los mercados están siendo una losa demasiado pesada sobre los balances de las entidades financieras, al erosionar sus márgenes de intermediación y reducir sus beneficios.
Deustche Bank está siendo el más castigado, después de presentar pérdidas por valor de 6.700 millones de euros, lo que provocó una caída en el precio de sus acciones de hasta un 10%.
En España, nuestros bancos también salen mal parados, debido especialmente a la situación actual de Latinoamérica, donde tienen una gran presencia.
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