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Cuando hablamos de tarjetas de crédito la mayoría de personas piensan que se trata de una tarjeta que nos permite pagar a plazos compras a cambio de un tipo de interés elevado.
Pero la realidad es que las tarjetas de crédito pueden resultar muy útiles en muchos casos, su única ventaja no es solamente la de financiar compras en cuotas mensuales.
En España el número de tarjetas de crédito en circulación es muy superior al de tarjetas de débito, y eso deja claro que la preferencia de los consumidores al elegir tarjeta es una tarjeta de crédito.
Bien utilizada la tarjeta de crédito ofrece mayores ventajas y más seguridad que las tarjetas de débito, pero son ventajosas siempre que hagamos buen uso de ellas.
La diferencia básica entre una tarjeta de crédito y una de débito a la hora de realizar pagos es que la de crédito permite pagar compras incluso aunque no tengamos dinero en la cuenta, ya que es una tarjeta que permite comprar en un momento determinado y hacer el pago después.
Eso no implica necesariamente que haya que hacer el pago en cuotas ni que haya que pagar intereses.
Además, a diferencia de las de débito, con una tarjeta de crédito podemos conseguir dinero en efectivo en un cajero incluso sin tener saldo disponible en nuestra cuenta.
La tercera diferencia es que una tarjeta de crédito no es necesario contratarla con nuestro banco habitual, podemos contratarla por otro lado, algo imposible con una de débito.
Por último, una tarjeta de crédito siempre lleva asociados productos y servicios exclusivos como seguros, protección contra el fraude, etc.
La ventaja principal, y que todo el mundo conoce, es la posibilidad de aplazar pagos o realizar compras sin tener dinero en la cuenta.
Pero las ventajas de una tarjeta de crédito son muchas otras.
Configurar y agrupar pagos: las tarjetas de crédito permiten configurar en todo momento las cuotas mensuales que queremos pagar o configurarlas para pagar todas las compras a principios de mes sin intereses. En ese sentido son muy flexibles, y en el caso de pago a fin de mes no implica costes adicionales.
Seguros asociados: todas las tarjetas de crédito tienen seguros que nos cubren en viaje. Cada tarjeta es diferente, pero por regla general incorporan un seguro de viaje que cubre gastos médicos, pérdidas de equipaje o daños. También hay tarjetas que incorporan seguros de vida que cubren las deudas pendientes en la tarjeta en caso de fallecimiento. Otros seguros habituales cubren robo, uso fraudulento o seguro de protección de compras.
Son aceptadas en todas partes: las tarjetas de crédito son las más aceptadas. Hay comercios que no admiten tarjetas de débito, especialmente como garantía al alquilar un coche, como fianza en hoteles, servicios en cruceros, etc. En esos casos la única alternativa es la tarjeta de crédito, con ella sabemos que será aceptada en cualquier lugar y comercio del mundo.
Conseguir efectivo: desde una tarjeta de crédito podemos enviar dinero a nuestra cuenta corriente si lo necesitamos o podemos retirar dinero a crédito en cualquier cajero. Eso supone que en caso de necesidad, y aunque no tengamos dinero, podremos pagar, comprar, hacer un ingreso en nuestra cuenta o retirar efectivo. Lógicamente tendrá un coste pero el hecho de tenerla puede sacarnos de algún imprevisto cuando no tenemos dinero, llevaremos siempre encima un crédito disponible.
Control de gastos: una tarjeta de crédito permite un mejor control de gastos ya que generalmente los movimientos de la tarjeta van aparte de los movimientos de nuestra cuenta corriente. Con una tarjeta de débito los movimientos se mezclan con los de la cuenta y el control es más complicado.
Retrasar pagos en empresas: es habitual que a nivel de empresa haya proveedores que pidan pago por adelantado, especialmente en compras online. Si el pago se hace con una tarjeta de crédito se puede retrasar el pago efectivo, aunque el proveedor cobre al momento.
Seguridad en compras: una de las grandes ventajas de las tarjetas de crédito es que el comprador tiene mayores posibilidades de no perder su dinero en el caso de compra de productos que no lleguen en condiciones o no se ajusten a la descripción. Es algo a tener en cuenta y que es imposible con las tarjetas de débito. Se pueden llegar a anular pagos y los seguros asociados cubren esas compras si no se ajustan a lo comprado.
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