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Hasta ahora la mayor parte de la población no tomaba ninguna medida específica para planificar su jubilación y confiaba plenamente en el sistema de la Seguridad Social.
No obstante, la tendencia de la población ha cambiado drásticamente y, ya desde el 2010, las cotizaciones realizadas por las personas empleadas están siendo insuficientes para cubrir el importe generado por las pensiones contributivas.
Este ajuste ha ido en aumento y aunque se complementa la cantidad de las aportaciones con otras que se descuentan del Fondo de Reserva, el gran desfase entre el número de personas empleadas y las jubiladas hará inviable la pensión de jubilación como único sistema para obtener unos ingresos dignos.
Planificar la jubilación se ha convertido en algo realmente necesario sobre todo después de las reformas del año 2011, en las que se retrasó la edad mínima de jubilación hasta los 67 años y se endurecieron los requisitos para su obtención (necesidad de cotizar 37 años para recibir el 100% de la base reguladora, ampliación del período de cálculo de la pensión mínima de los 15 años anteriores a 25 años y el retraso de la jubilación anticipada a nivel general en 63 años de edad).
El elemento más importante fue la introducción de un factor de sostenibilidad, en virtud del cual todos los elementos importantes del sistema serán ajustados periódicamente en virtud de la modificación que se produzca en la esperanza de vida.
Con base en lo referido anteriormente, planificar la jubilación de forma exitosa pasa por introducir en la misma el ahorro o la inversión privada de una u otra manera.
La respuesta es simple, cuanto antes comiences a planificar la jubilación menos será el esfuerzo económico que tendrás que realizar.
Esto es así por dos razones fundamentales: por un lado tendrás más años para ahorrar y podrás minimizar su efecto sobre tus hábitos económicos, y por otro lado podrás ayudarte de la rentabilidad generada por el propio ahorro para alcanzar el objetivo económico fijado.
Evidentemente, todo depende de qué nivel de vida quieras tener en el momento de la jubilación, pero se puede establecer un cálculo general orientativo de la siguiente manera:
- Determina el importe necesario para mantener tu nivel de vida actual cada mes, incluyendo la parte proporcional de todos los gastos anuales o de diferente período.
- Calcula el importe estimado de tu pensión de jubilación. Para esta tarea existen diversas herramientas como el servicio de autocálculo de la Seguridad Social.
Para ello será necesario que tengas a mano el Informe de vida laboral y el Informe de Bases de Cotización. Afortunadamente, en la misma página de la Seguridad Social se ofrece el sistema para obtener esta documentación de forma gratuita.
- Obtén la diferencia entre ambas cantidades para ver la necesidad de dinero extra que necesitarías para poder mantener el nivel de vida establecido.
- Calcula el importe total. Esta parte es realmente subjetiva porque hay que determinar cuántos años de vida nos quedarían después de la jubilación y multiplicar la diferencia anteriormente obtenida por 12 (número de meses de un año) y por ese número de años. La cantidad resultante sería el importe total estimado de ahorro.
Como este número final de años del que dependerás de la pensión no puede ser determinado con fiabilidad, es conveniente incluir entre nuestros ahorros no sólo depósitos dinerarios sino algo que produzca rentabilidad durante todo el periodo que fuera necesario.
Antes de decidirte por los diversos productos en los cuales puedes invertir para planificar la jubilación, conviene que tengas en cuenta qué perfil inversor tienes.
Es cierto que estás planificando la jubilación y, por tanto, parece lógico que el perfil no debería ser excesivamente arriesgado. No obstante, todo esto depende de las posibilidades económicas de cada uno que, si son suficientes, te permitirán diversificar entre varios productos, para ayudarte a aumentar el ratio entre seguridad y rentabilidad.
Los planes de pensiones son un producto seguro, pero en principio no generan liquidez hasta el momento de la jubilación. Pueden ser interesantes si tienes la posibilidad de beneficiarte de determinados tratamientos fiscales que reducen de la base imponible las aportaciones realizadas.
Los planes de jubilación suelen garantizar un tipo de interés durante su vigencia y tienen liquidez. Las plusvalías generadas tributan como rendimiento de capital mobiliario.
También podemos contar con otros bienes o productos que generen rentabilidad como inmuebles o carteras de valores. En cualquier caso, hay que asegurarse que podremos tener una rentabilidad adecuada y estable.
Esto también depende de tu perfil. Hay gente que prefiere encargar su gestión a cualquier entidad y olvidarse del asunto, mientras que otras personas prefieren tener un control más directo sobre los mismos.
En cualquier caso, con ayuda o no de profesionales, resulta importante llevar un seguimiento de los mismos para controlar la rentabilidad que están generando y optar por un cambio de productos si fuera necesario.
La jubilación es un proceso importante que cambia dramáticamente los hábitos de vida y, en algunos casos, -debido a una mala planificación- puede acarrear depresiones o una situación realmente complicada a nivel económico.
Tradicionalmente, los hijos podían ser el soporte de los padres y abuelos, pero dada la inversión de la pirámide de la población en el futuro será muy difícil mantener una dependencia total respecto a éstos.
En muchos casos, un solo descendiente tiene que hacerse cargo de ambos progenitores. Por lo tanto, si a los problemas habituales que pueden darse en la jubilación -como inseguridad, miedos, pérdida de reconocimiento social y del sentido de vivir- se le añade la más que probable reducción de ingresos económicos, obtendremos una buena razón para planificar la jubilación cuidadosamente.
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