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Las opciones e incertidumbres a las que se enfrenta cualquier ahorrador son innumerables.
Cada día aparecen nuevos productos con características diferentes que hacen que nuestras dudas sobre qué producto escoger para invertir nuestros ahorros se multipliquen de forma exponencial.
Si bien hasta ahora las familias españolas se decantan por la misma tipología de productos, escogiendo fundamentalmente entre fondos de inversión y depósitos bancarios, las nuevas opciones han hecho que estos productos pierdan parte de su atractivo en relación a otras alternativas.
En cualquier caso, todavía existen muchas personas que no buscan más allá. Se trata de productos de gestión pasiva que, en muchos casos, garantizan un cierto rendimiento a vencimiento y por los que ya no tenemos que preocuparnos más.
Además, las noticias sobre fraudes financieros llevados a cabo por las propias entidades y el riesgo inherente a la renta variable han hecho que los depósitos y los fondos de inversión sigan siendo las estrellas de los inversores minoritarios.
Pero, ¿qué me interesa más?
Actualmente, y en un entorno económico marcado por los tipos de interés bajos, los fondos de inversión han experimentado un crecimiento bastante notable en los últimos años. En este contexto, los fondos de inversión se presentan como una alternativa más que interesante.
Mientras que los depósitos bancarios ofrecen una rentabilidad fija, únicamente está garantizada por el banco que lo comercializa; los fondos de inversión, en cambio, invierten los capitales de sus partícipes en diferentes activos, tanto de renta fija como de renta variable, con el objetivo de generar la mayor rentabilidad posible con el mínimo riesgo, generalmente a través de la diversificación.
No obstante, los depósitos ofrecen una cobertura adicional, al estar asegurados por el Fondo de Garantía de Depósitos, que garantiza los primeros 100.000 euros por titular y entidad.
Esta garantía es inexistente en el caso los fondos de inversión, cuya única garantía se encuentra en el buen hacer del equipo gestor.
Existen varias características que hacen que los fondos de inversión sean, en la actualidad, un producto con más ventajas que los depósitos bancarios.
Por un lado, la liquidez, ya que el partícipe de los fondos de inversión puede vender sus participaciones en el momento que considere oportuno, a diferencia de los depósitos, que no permite retirar el dinero de forma anticipada o, de hacerlo, es con una penalización.
Por otro lado, el fondo de inversión tiene ventajas fiscales en lo que respecta al traspaso de los capitales de un fondo a otro.
Además, la diversificación de este tipo de productos hace posible el acceso a una gran variedad de mercados nacionales e internacionales y de diferentes sectores productivos, a los que de otra forma un inversor particular no podría acceder.
Mientras que en los depósitos, los ahorradores ven limitada su elección a aquellos que les garanticen una mayor rentabilidad o un menor plazo, en el caso de los fondos de inversión, el ahorrador puede elegir entre alguno de los existentes, nacionales o internacionales; de renta fija, de renta variable o mixtos e, incluso, fondos totalmente garantizados.
Pese a todo, los depósitos bancarios a plazo fijo siguen siendo los productos preferidos de los ahorradores.
Su facilidad de contratación y sobre todo de gestión es un hándicap demasiado grande que todavía los fondos de inversión no han podido superar.
Además, no suelen conllevar gastos, a diferencia de los fondos de inversión, que suelen tener asociados una serie de gastos y comisiones, como la de compra, gestión, depositaria o de rescate, que suelen reducir la rentabilidad real de la inversión.
No obstante, y para salvar estos obstáculos, los propios fondos tratan de atraer capitales con suculentos regalos o descuentos en su contratación.
Analizando todos los puntos anteriores, parece que los fondos de inversión pueden ser más interesantes que los depósitos bancarios.
No obstante, estos últimos pueden estar perfectamente dentro de una cartera a corto plazo y con cantidades aportadas inferiores a los 100.000 euros para que, en caso de quiebra del banco, se active la garantía del FGD.
Para el resto de carteras, a medio y largo plazo y con una mayor aversión al riesgo, puede ser interesante una estrategia mixta o más centrada en los fondos de inversión, con una elevada diversificación que se anticipe a los movimientos bruscos de los mercados financieros.
En cualquier caso la última decisión, como en casi cualquier otro aspecto de la vida, corre a cargo del ahorrador.
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