Contratar una hipoteca es una de las decisiones más difíciles de tu vida, seguramente la que acabes contratando determinará y condicionará tu vida durante muchos años. Siempre debes enterarte bien de todas las cláusulas y condiciones que te ligarán a ella y decidir una vez hayas comparado con las de diferentes entidades. Aunque toda las hipotecas parezcan iguales (sobre todo si solo utilizas como referencia el tipo de interés que van a aplicar) no lo son; siempre existen diferencias en las comisiones que se aplicarán según actúes de uno u otro modo.
A la hora de comparar hipotecas debes prestar especial atención a los gastos y comisiones a corto plazo (comisión de estudio, apertura, etc) y a largo plazo (comisiones por amortización parcial o total, e incluso por subrogación). Estas últimas son precisamente las que nadie suele tener en cuenta, pero si logramos ahorrar dinero en los primeros años de la hipoteca (recuerda que en estos primeros años de vida de tu préstamos es cuando más intereses cobra el banco) y queremos amortizar parte de la deuda nos llevaremos una desagradable sorpresa cuando veamos que además de amortizar capital también se restan cantidades en concepto de penalización.
También es importante tener en cuenta el grado de vinculación que necesitas tener con el banco para que mantenga las condiciones que figuran en la publicidad e información a tu alcance. Digamos que son las condiciones que tienes que cumplir para que respeten ese tipo de interés tan atractivo que te ha llamado la atención. Normalmente hay que contratar seguros de vida, de hogar, plan de pensiones, utilizar las tarjetas asociadas al número de cuenta al que se carga la cuota de la hipoteca, etc. A veces el grado de vinculación supone un verdadero sobrecargo al préstamo que condicionarán durante todo el plazo de tiempo (de 20 a 30 años, de media) nuestro contrato con el banco.
Para conseguir el mejor préstamo hipotecario, el que tenga menos comisiones y menos vinculaciones a la hora de contratar es aconsejable que compares con todas las hipotecas que ofrecen el resto de bancos. Es esencial acabar contratando aquella que se ajuste a nuestras necesidades, sean inmediatas o futuras, y sobre todo negociar con la entidad bancaria.