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Los futuros o contratos de futuros son un tipo de operación financiera de compraventa, de acuerdo con la cual las condiciones son establecidas en el presente pero su ejecución tiene lugar en el futuro.
A dicho momento del futuro se lo conoce como fecha de vencimiento, porque es cuando el contrato de futuro llega a su fin y las partes han de cumplir con sus respectivos compromisos.
El objeto del contrato de compraventa puede ser cualquier tipo de activo, si bien lo más habitual en el mercado bursátil es la compraventa de acciones, materias primas, participaciones en fondos de inversión, etc.
A este activo, se lo conoce como subyacente.
Por un lado, el comprador de futuros se compromete a comprar un determinado activo a un precio específico como, por ejemplo, 100 acciones de la empresa ACME a 3,10 euros por acción. El valor de dicha operación, será por tanto 310 euros, los cuales deberán ser entregados por el comprador en la fecha de vencimiento.
Por otro lado, el vendedor de futuros se compromete a vender un determinado activo igualmente a un precio ya fijado. Siguiendo con el ejemplo anterior, el vendedor debería entregar 100 acciones de la empresa ACME.
Los futuros financieros pueden contratarse en multitud de brokers y agencias valores, aquí tienes algunas de las mejores, tanto por cantidad de activos subyacentes disponibles como por condiciones y comisiones de contratación:
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Para la fijación del precio del contrato de futuro no se toma únicamente el precio del activo en el presente, sino que se procede a trasladarlo a la fecha de vencimiento, haciendo el ajuste oportuno.
Para llevar a cabo dicho ajuste, se suele tener en cuenta diversas variables, especialmente:
Los intereses de la financiación.
Los dividendos que el activo en cuestión pudiera generar durante el tiempo que medie hasta la fecha de vencimiento.
En el momento en que se acuerda un contrato de futuro, el comprador está adquiriendo un compromiso de entregar un importe de dinero. Sin embargo, no lo va a hacer hasta la fecha de vencimiento, por lo que está logrando financiarse durante todo ese tiempo.
Por ese motivo, el precio del contrato de futuro suele incluir el importe correspondiente a la financiación.
Si la empresa ACME cotiza hoy a 3 euros por acción, esto podría suponer que el precio del futuro a 12 meses sea de 3,15 euros por acción; es decir, 15 céntimos por acción en calidad de financiación.
Obviamente, cuanto mayor tiempo reste hasta la fecha de vencimiento, menor será el coste de financiación y menor será el sobrecoste añadido a la operación.
Estos intereses no están regulados por la ley, sino que son determinados mediante el arbitraje de los mercados de futuro y acciones –o mercado de contado–.
Con el fin de incentivar este tipo de contratos, los intereses aplicados sobre los contratos de futuro suelen ser más bajos que los propios de los préstamos bancarios.
Durante el tiempo transcurrido entre la contratación del futuro y su vencimiento puede tener lugar la emisión de dividendos por parte de la empresa del activo subyacente.
Siguiendo con el ejemplo planteado anteriormente, supongamos que la empresa ACME va a entregar un dividendo por valor de 0,05 euros por acción en algún momento de los 12 meses que transcurran hasta el vencimiento del contrato de futuro.
Técnicamente, eso significa que la empresa ACME tendrá 5 céntimos menos por acción al día siguiente de la entrega de los dividendos. En teoría, la cotización del activo debería reflejar esa salida de capital de la empresa, por lo que si la acción hoy cotiza a 3 euros, tras la entrega del dividendo, debería cotizar a 2,95 euros.
Ten en cuenta que hay activos financieros que no emiten dividendos, en cuyo caso no se verán afectados por esta variable.
En principio, el precio del futuro se fija mediante la fórmula del precio teórico, de acuerdo con la cual al precio actual del activo subyacente se le añaden los intereses de la financiación, y se le sustraen los dividendos.
En nuestro ejemplo, eso supondría que nuestro precio teórico fuera de 3,10 euros por acción. Es decir:
3 euros (precio actual de cotización)
+ 0,15 euros (intereses de financiación)
– 0,05 euros (dividendos)
Como ya imaginarás, el precio real de cada contrato de futuro no es exactamente el resultante de aplicar la fórmula del precio teórico; sino que los compradores y vendedores de futuros pujan dentro de una horquilla de precios.
En cualquier caso, las diferencias respecto al precio teórico suelen ser bastante reducidas; con lo que su impacto solo resulta relevante cuando se realizan operaciones por enormes sumas de dinero.
Técnicamente, los contratos de futuros no presentan un mayor o menor riesgo que la compra venta de cualquier activo.
En realidad, el riesgo que se atribuye a este tipo de contratos tiene mucho más que ver con otras dos variables:
El margen con el que se opera.
La diligencia con la que acuerdan estos contratos.
Las entidades que gestionan las operaciones de futuros permiten a los usuarios apalancarse en sus operaciones; o lo que es lo mismo, comprometerse a comprar activos por cantidades superiores a la que tienen depositadas en las cuentas del bróker.
Esto les permite realizar operaciones por importe varias veces superiores a aquellos de los que realmente disponen. En caso de que dichas operaciones resulten desfavorables pueden terminar perdiendo todo el dinero que hayan depositado.
Una vez que se ha vendido o comprado un futuro, eso no significa que debamos esperar a la fecha de vencimiento sin poder hacer nada más.
Siempre podemos:
Recomprar el futuro que hayamos vendido.
Vender el futuro que hayamos comprado.
Por supuesto, deberemos hacerlo al precio que el futuro tenga en ese mismo momento, no aquel del momento inicial.
Por otro lado, cuando llegue la fecha de vencimiento, también podremos optar por prolongar nuestra posición mediante un roll-over, o lo que es lo mismo, cerrar la posición actual antes de que venza y abrir una posición similar con una fecha posterior.
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